Papiro 5

LOS MANUSCRITOS DEL NUEVO TESTAMENTO

Papiro 5

 

Fecha: Siglo III / IV

Localización: The British Library, Londres (Inv. Nr. 782, 2484)

Pertenece a la colección de Papiros de Oxirrinco (Egipto) 208 y 1781. (Ver nota en Papiro 1).

Fragmento de tres hojas, una columna por página, de 9 a 27 líneas por columna. La nomina sacra está escrita con abreviaturas.

Contenido: Evangelio de San Juan (1:23-40; 16:14-30; 20:11-25). Las hojas primera y tercera fueron publicadas en Oxyrhynchus Papyri (Papiros de Oxirrinco), Parte II (1899), nº. 208. Gregory los clasificó bajo el nº 5 en su lista. La segunda hoja (Juan 16:14-30) fue publicada en 1922 como el Oxirrinco nº. 1781.

Papiro Inv. Nr. 782 (= P.Oxy. 208): Hoja 1: Juan 1:23-40; Hoja 3: Juan 20:11-17, 19-20, 22-25

Papiro Inv. Nr. 2484 (= P.Oxy. 1781): Hoja 2: Juan 16:14-30

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Papiro Inv. Nr. 782 (= P.Oxy. 208)

Hoja 1: Juan 1:23-40

P5 (hoja 1, recto) Juan 1:23-32

Recto: Juan 1:23-32

P5 hoja 1 recto 1 P5 hoja 1 recto 2

P5 (hoja 1, verso) Juan 1:33-40

Verso: Juan 1:33-40

P5 hoja 1 verso 1 P5 hoja 1 verso 2

Papiro Inv. Nr. 2484 (= P.Oxy. 1781)

Hoja 2: Juan 16:14-30

P5 (hoja 3, recto) Juan 16:14-22

Recto: Juan 16:14-22

P5 hoja 2 recto 1 P5 hoja 2 recto 2

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P5 (hoja 3, verso) Juan 16:22-30

Verso: Juan 16:22-30

P5 hoja 2 verso 1 P5 hoja 2 verso 2

Papiro Inv. Nr. 782 (= P.Oxy. 208)

Hoja 3: Juan 20:11-25

Imagen no disponible

Recto: Juan 20:11-17

P5 hoja 3 recto

Verso: Juan 20:19-20, 22-25

P5 hoja 3 verso

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Enlaces

Der Text Des Neuen Testaments Kurt Aland, Barbara Aland, pag. 96.

The Center for the Study of New Testament Manuscripts – Manuscript: P5

Institut für neutestamentliche Textforschung – Manuscript Workspace

Iudaica Papirusuri Biblice

A Table of Greek Manuscripts

New Testament Manuscripts

Oxirrinc

 

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LOS MANUSCRITOS DEL NUEVO TESTAMENTO

Introducción

La naturaleza de las variantes textuales

La restauración del texto original

Materiales y estilos

Papiros

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Papiro 1

LOS MANUSCRITOS DEL NUEVO TESTAMENTO

Papiro 1

Fecha: Siglo III

Descripción: Paginas (17.5 cm, por 15 cm.) de un códice, escrito por ambos lados. Una columna por página y 27-29 líneas por columna. Las  páginas  están numeradas en la parte superior con las letras griegas α (página 1) y β (página 2). Las palabras están escritas de forma continua, sin separación, sin acentos, sin espíritus. La nomina sacra está escrita con abreviaturas.

Contenido: Es un fragmento del evangelio de San Mateo (1:1-9, 12, 14-20).

Localización: University of Pennsylvania Museum of Archaeology and Anthropology (E2746). Pertenece a la colección de papiros de Oxirrinco¹ (Egipto).

P1-Recto

Recto: Mateo 1:1-9, 12

P1 recto-transcrip daf 3

P1-Verso

Verso: Mateo 1:14-20

P1 verso-transcripcion daf 1 P1 verso-transcripcion daf 2

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¹ Este fragmento de papiro fue descubierto por Grenfell y Hunt (de la  Sociedad de Exploración de Egipto (Egypt Exploration Society) en el sitio de Oxirrinco en 1897 al comienzo de varias temporadas de excavaciones que se realizaron allí de 1896 a 1907. El nombre de Oxirrinco (del gr. ὀξύρρυγχος “nariz puntiaguda”) proviene de un tipo de pez que era sagrado para los antiguos egipcios.

Oxyrhynchus fish

Oxirrinco se encuentra a unos 160 km al Sudsudoeste de El Cairo.


Oxirrinco se convirtió en un importante centro durante el período greco-romano. Más tarde era famoso por sus numerosas iglesias y monasterios. Hoy el pueblo de el-Behnesa ocupa parte del antiguo local. Trabajando en gran medida en los antiguos vertederos de basura, Grenfell y Hunt descubrieron un tesoro de material escrito – más de 40.000 fragmentos escritos en griego, latín, demótico, copto, hebreo, siríaco y árabe. Este material data sobre todo al período de 250 a. C. a 700 d. C. Se encontraron diversos documentos y textos literarios clásicos. Estas primeras excavaciones descubrieron también una amplia gama de literatura cristiana primitiva. Los excavadores optaron por trabajar en el lugar debido a su reputación como un importante local cristiano, con muchas iglesias y miles de monjes en los siglos IV y V.

La primera temporada de trabajo en el lugar desenterró este fragmento, el comienzo del evangelio de San Mateo, que en el momento de su descubrimiento fue el texto más antiguo del Nuevo Testamento ya descubierto. Para los que estudian griego del Nuevo Testamento, E 2746 es conocido como P1.

Pero este fragmento no es el único texto del Nuevo Testamento que se encontró allí. Posteriormente los excavadores descubrieron otros 27 fragmentos de papiros del Nuevo Testamento.

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Enlaces:

Der Text Des Neuen Testaments Kurt Aland, Barbara Aland, pag. 96.

Manuscript: P1

Institut für Neutestamentliche Textforschung

Institut für neutestamentliche Textforschung – Manuscript Workspace

A Table of Greek Manuscripts

A Greek Fragment of the St. Matthew Gospel (también en PDF)

New Testament Manuscripts

The Center for the Study of New Testament Manuscripts

Penn Museum Blog / Gospel of Saint Matthew

Penn Museum – Egyptian Section

Oxirrinc

oxirrinc

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LOS MANUSCRITOS DEL NUEVO TESTAMENTO

Introducción

La naturaleza de las variantes textuales

La restauración del texto original

Materiales y estilos

Papiros

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Materiales y estilos

LOS MANUSCRITOS DEL NUEVO TESTAMENTO

The reverse side of Papyrus 37

Materiales y estilos

Los escritores del Nuevo Testamento disponían de diversos materiales para escribir. El pueblo generalmente escribía en fragmentos de alfarería (ostracones), en tablillas de madera recubiertas de cera, en cuero y pergaminos, y en papiros. Cuando se trataba de documentos más extensos o de obras literarias, como es el caso de los libros del Nuevo Testamento, el papiro era el material de escritura más barato y más frecuentemente usado.

Papiro. Este material de escritura se originó en Egipto. Los documentos más antiguos escritos en papiros egipcios datan de la 6.ª dinastía egipcia, del 3er. milenio a. C. Se sabe con certeza que desde 1100 a. C. los rollos de papiro eran un artículo importante de exportación, y que los egipcios lo intercambiaban por madera de cedro en el puerto fenicio de Gebal, y desde aquí los fenicios lo llevaban a todas partes del mundo mediterráneo. Los griegos deformaron el nombre Gebal y lo llamaron Biblos, y como recibían de esa ciudad el material para escribir llamaron biblos tanto a dicho material como a los rollos hechos de él. Esta palabra se introdujo en el castellano a través del latín y se transformó en la palabra Biblia, el Libro de los libros, o en palabras tales como bibliografía, biblioteca, etc. Después de que Egipto abrió sus fronteras a los extranjeros en el reinado de Psamético I (663-609 a. C.), el papiro se convirtió en el principal material de escritura del mundo antiguo, y mantuvo esa categoría durante muchos siglos. En el período de los Tolomeos y de los romanos había grandes fábricas y depósitos de papiros en Alejandría.

Cyperus_papyrus
Cyperus_papyrus

El papiro se hacía del tallo de la planta de papiro que, en la antigüedad, crecía abundantemente en el delta del Nilo. El tallo, una vez cortado, era dividido en tiras delgadas de unos 25 cm de largo y se hacían capas; se superponían dos de éstas – una vertical y la otra horizontalmente -, y luego eran pegadas con una especie de goma y se hacía presión sobre ellas. Cuando estas hojas cuadradas se secaban, las superficies eran alisadas con piedra pómez. Por lo general sólo se escribía sobre la superficie en que las fibras corrían horizontalmente; pero por razones de economía a veces se escribía en ambos lados. El apóstol Juan habla de un rollo escrito por ambos lados (Apocalipsis 5: 1).

Para escribir una carta, una solicitud o un mensaje corto, por lo general bastaba una sola hoja de papiro. Sin embargo, las composiciones literarias necesitaban un rollo que se hacía pegando por sus extremos una cantidad de hojas. La longitud más común de un rollo era de unos 10 metros, pero algunos eran mucho más largos. El gran Papiro Harris que está en el Museo Británico, es el más largo que se ha encontrado; tiene una longitud de 42 metros.

The Great Harris Papyrus

Estos rollos o libros, llamados por los griegos biblía y por los romanos volumina, se encontraban en las bibliotecas públicas y privadas y en las librerías de las grandes ciudades durante los períodos helenístico y romano. Con toda probabilidad, los originales de los Evangelios y de las epístolas del Nuevo Testamento fueron escritos en rollos de papiro lo suficientemente largos como para abarcar todo el libro. Para los Hechos de los Apóstoles, el libro más largo del Nuevo Testamento, habría hecho falta un rollo largo. Para una carta breve como Filemón, 2 ó 3 Juan y Judas, bastaría una sola hoja.

Durante el siglo II d. C. aparecieron los libros encuadernados. Una cantidad de hojas anchas se ponían una sobre otra, luego se doblaban por el medio y se las unía con una costura en el doblez, como las secciones de un libro moderno. Estos libros eran llamados códices. La pluma para escribir en el papiro se hacía con una caña cuya punta había sido deshecha hasta tener la forma de una brocha fina. La tinta era una mezcla de hollín, agua y una sustancia gomosa. Se escribía en columnas de un ancho variable, que por lo general incluían de 14 a 30 letras.

Pergamino. Los manuscritos más famosos y mejor conservados del Nuevo Testamento no están escritos en papiros sino en pergaminos, material hecho con el cuero de cabritos, ovejas, becerros y antílopes. Esos cueros eran curtidos con cal, limpiados, raspados, alisados y extendidos sobre una armazón. Aunque este proceso se usó durante siglos para curtir cueros, los habitantes de Pérgamo se especializaron tanto en ese oficio durante el siglo II a. C. que ese material recibió el nombre de esa ciudad. Por eso en español decimos “pergamino”. Un manuscrito en pergamino era llamado por los griegos διφθέρα [diphthéra], lit. “pedazo de cuero”, y los romanos le daban el nombre de membrana, palabra latina transliterada al griego que usa Pablo en 2 Timoteo 4:13 “Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos (μεμβράνας [membránas])”.

Durante la última parte del período imperial romano, los pergaminos sustituyeron a los papiros hasta tal punto que éstos perdieron su importancia. Por eso los manuscritos bíblicos producidos en ese tiempo, como el Códice Vaticano y el Códice Sinaítico del siglo IV, están escritos en pergaminos. Eusebio, el historiador eclesiástico, refiere que en 331 d. C. el emperador Constantino ordenó que se prepararan 50 copias de las Escrituras en pergaminos para las iglesias de Constantinopla, la nueva capital del imperio (Vida de Constantino iv. 36).

Los códices de pergamino por lo general se hacían superponiendo cuatro hojas rectangulares, doblándolas por el medio y uniéndolas con una costura en el doblez. Estas secciones eran luego encuadernadas como un libro moderno. Básicamente, este es el método que aún se usa para encuadernar los libros.

La tinta para escribir sobre pergaminos no era por lo general la tinta a base de carbón u hollín que se usaba en los papiros, pues ésta podía borrarse fácilmente, sino una tinta hecha con hierro y bilis o hiel de animales. La pluma fina semejante a una brocha, usada para los papiros, fue reemplazada en el período griego y romano por la pluma dividida en el centro, hecha de caña o de metal. Las líneas horizontales, espaciadas uniformemente e impresas sobre el pergamino con un punzón metálico, daban a la escritura una apariencia uniforme, y las verticales similares señalaban el ancho de las líneas escritas y los márgenes. El efecto de las impresiones de la escritura eran visibles en el reverso como líneas en alto relieve, y por esto sólo se usaba un lado para escribir.

A page of the 6th century Codex Argenteus, in silver and gold ink on purple

Los que copiaban la mayor parte de los manuscritos en pergamino eran escribas profesionales. Si se hacía un pedido especial se podían conseguir ediciones de lujo en hojas de pergamino muy fino. En esos casos se escribía con sumo cuidado y las letras iniciales eran verdaderas obras de arte. Algunos pergaminos eran teñidos de color púrpura y estaban escritos con tinta de plata u oro, como pueden verse algunos ejemplares en las bibliotecas de Patmos, Leningrado, Viena, Londres y Roma. En la Edad Media con frecuencia se añadían cuadros en miniatura a estos textos.

Los pergaminos eran costosos, y con frecuencia en tiempos de dificultades económicas se los usaba de nuevo. El manuscrito era lavado con jabón y agua, y si lo que estaba escrito no desaparecía con ese procedimiento, era raspado con piedra pómez y cuchillos hasta que se eliminaba la mayor parte de la escritura anterior. Un manuscrito escrito en un pergamino usado anteriormente recibe el nombre de codex rescriptus: “códice escrito de nuevo”, o palimpsesto: “raspado de nuevo”. El texto anterior, que se borraba, era por lo general el más importante por ser el más antiguo. Esos palimpsestos son, con frecuencia, muy difíciles de descifrar, y su restauración requiere un estudio paciente y cuidadoso auxiliado por el empleo de fotografías infrarrojas. Los dos manuscritos bíblicos más famosos de este tipo son el Códice de Efrén, que está en París, y un manuscrito de los Evangelios en siríaco, del monasterio de Santa Catalina, del monte Sinaí.

Los pergaminos continuaron siendo el material más importante para escribir hasta el siglo XVI, pues desde entonces cedieron su lugar al papel. Los chinos inventaron el papel en el siglo II a. C., y aunque los árabes lo introdujeron en el mundo occidental en el siglo VIII d. C., su uso no se generalizó hasta el siglo XIII.

Unciales y cursivos. Hay una notable diferencia entre la escritura de los documentos griegos comunes antiguos – tales como cartas y facturas – y la escritura de las obras literarias. Los primeros (cursivos) están escritos con minúsculas y muchas de sus letras están unidas; pero los segundos (unciales) se escribían casi exclusivamente con letras mayúsculas bien formadas y separadas, adaptadas de las mayúsculas que se usaban en las inscripciones. En contraste con los manuscritos hebreos, en los cuales las palabras estaban separadas con una marca o con un espacio, los manuscritos griegos no presentan esas divisiones. En los antiguos manuscritos griegos faltan signos de puntuación, acentos y los espíritus suaves y ásperos (característicos del idioma griego). Las letras mayúsculas de esos manuscritos son llamadas “unciales”, nombre que deriva de la palabra latina uncia, que significa “duodécima parte”. Se supone que una línea común de tal escritura contiene doce de esas letras. Un códice escrito en mayúsculas se llama uncial.

A comienzos del siglo IX empezó a desarrollarse una escritura cursiva más bella y elegante que la antigua para la producción de libros. Las letras eran más pequeñas, tomaban menos espacio y podían escribirse más rápidamente que las unciales. Estas letras fueron llamadas minúsculas, del latín minusculus: de pequeñas dimensiones. El manuscrito más antiguo escrito con minúsculas es un texto griego que ahora está en San Petersburgo y que lleva la fecha de 835 d. C. Desde fines del siglo IX los manuscritos cursivos o en minúscula fueron sustituyendo más y más a los unciales, hasta que fueron completamente reemplazados alrededor de los siglos X u XI. Por lo tanto: (1) son exclusivamente unciales los manuscritos bíblicos griegos escritos hasta el siglo VIII, inclusive; (2) los que pertenecen a los siglos IX y X unos son unciales y otros cursivos; y (3) los del siglo XI en adelante, todos son cursivos.

La manera de escribir es, pues, uno de los factores que ayudan a determinar la antigüedad de un manuscrito bíblico. Otros factores son la forma de las letras, el estilo de la escritura, la clase de abreviaturas usadas y la relación existente entre las letras y las líneas trazadas. Todos estos factores juntos hacen posible que un paleógrafo pueda determinar con aproximación la antigüedad de documentos escritos aun cuando no lleven fecha.

Los escribas, acostumbrados a escribir en columnas angostas en los papiros, continuaron con ese hábito cuando escribían en hojas de pergaminos de un tamaño mucho mayor; por eso escribieron varias columnas en una página. Los manuscritos bíblicos más antiguos bastante completos – el Sinaítico, el Vaticano y el Alejandrino – tienen respectivamente cuatro, tres y dos columnas.

Codex_Sinaiticus, James 5:9-5:20 / 1 Peter 1:1-1:15
Codex Vaticanus Vat.gr.1209_1434_pa_1430
Codex_Alexandrinus

La mayoría de los manuscritos bíblicos unciales tienen dos columnas, semejantes a las Biblias modernas; en cambio, los manuscritos cursivos por lo general sólo tienen una columna por página, pues a medida que pasaba el tiempo se hizo más pequeño el tamaño de los libros.

Otro indicio externo de los antiguos manuscritos bíblicos que ayuda al estudiante del Nuevo Testamento a comprender ciertos problemas de exégesis, es el hecho de que la división de palabras al final de una línea se hacía arbitrariamente, sin regla alguna. De modo que un vocablo podía ser dividido en cualquiera de sus letras. Esto produjo ciertas variantes en los manuscritos bíblicos y en las traducciones. Por ejemplo, en Marcos 10:40 los antiguos traductores al latín leían ἄλλοῖς [állois] en vez de ἄλλ᾽ οἷς [all’ hois], con lo cual Jesús estaba diciendo “para otros está preparado”, en vez de “para quienes está preparado”.

Como los manuscritos antiguos no tenían signos de puntuación, las frases eran a veces divididas incorrectamente. Un ejemplo clásico de esta división se halla en Lucas 23:43. Aunque los escribas separaban a veces los párrafos mediante espacios, sus manuscritos no tenían divisiones por medio de capítulos o versículos como se hace en las Biblias actuales. En el siglo XIII se comenzó la división de la Biblia en capítulos. Según algunos especialistas la hizo Esteban Langton, arzobispo de Canterbury (m. 1228 d. C.); pero según otros el autor de esa innovación fue el cardenal español Hugo de San Caro, alrededor del año 1250 d. C. La división en versículos se introdujo tres siglos después, cuando el editor Roberto Estienne, de París, empleó esas divisiones en su edición grecolatina de 1551 para ayudar a encontrar los pasajes en los dos textos diferentes.

Las palabras sagradas Dios, Señor, Jesús y Cristo casi siempre se abreviaban por medio de una contracción. Se piensa que esto se hacía por reverencia, así como lo hacían los escribas hebreos con el Tetragrámaton (YHWH, las cuatro letras, nombre de Dios) en los MSS hebreos del AT. Con el correr del tiempo aparecieron en los manuscritos abreviaturas y contracciones, en su mayoría palabras relacionadas con Dios y asuntos sagrados. A estas palabras, llamadas nómina sacra, se les colocaba encima un trazo horizontal para indicar la contracción.

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