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Los Apócrifos – Introducción

Los Apócrifos

Introducción

Apócrifos” se refiere en griego a las cosas que están “ocultas”¹  y denota a aquellos libros que aparecieron al margen del canon., ya sea del AT o del NT. Los eruditos han sugerido que cuando este vocablo fue aplicado al principio a ciertos libros religiosos, se hizo así para indicar que no debían estar al alcance del público en general debido a que su mensaje era de una naturaleza misteriosa, que sólo debía presentarse a los iniciados.

Para los protestantes actuales, el término apócrifos comprende los libros del período del Antiguo Testamento que estuvieron incluidos en la Septuaginta (LXX)², pero que no fueron aceptados como parte de las Escrituras por los judíos de Palestina, ni fueron incluidos en el canon hebreo del Antiguo Testamento.

Los libros apócrifos por regla general no son aceptados por los protestantes, y por eso no se incluyen en sus ediciones actuales de la Biblia; pero sí son considerados como deuterocanónicos³ por los católicos romanos y ortodoxos, y suelen aparecer en las Biblias católicas.

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¹ La palabra “apócrifo” del griego ἀπόκρυφος [apókruphos]) significa “escondido”, “secreto”, “oculto”, “de origen desconocido”. Como los gnósticos y otras sectas heréticas afirmaban que sus creencias particulares estaban fundadas en escritos “apócrifos” (secretos) que los Padres de la iglesia, como por ejemplo Melitón de Sardis, siglo II; Orígenes, c. 185-253; Atanasio, c. 296-373; Anfiloquio, c. 339-c.394; Rufino, c. 345-?; Jerónimo, c. 340-420, consideraban espurios (falsos), entre éstos el término “apócrifo” llegó a significar espurio. Y fue Jerónimo, traductor de la Vulgata, quien, en el Prologus Galeatus de su famosa versión de la Biblia aplicó por primera vez el nombre de “apócrifos” a los libros que no encontró en el canon hebreo de las Sagradas Escrituras.

prologus galeatus

Hay otros doctores de la iglesia que no aceptaron los libros apócrifos, entre los cuales los siguientes: Hilario de Poitiers, c. 315-c. 367; el papa Gregorio I (Magno), c. 540-604; Beda, llamado “el Venerable”, 672-735; Hugo de San Víctor, ?- 1141; Ricardo de San Víctor, ?- 1173; Tomás de Aquino, c. 1225-1274; Nicolás de Lira, c. 1270-c. 1349; y otros. La Iglesia Católica finalmente los aceptó en el Concilio de Trento (1545-1563). Esta aceptación distó mucho de ser unánime, pues las discusiones sobre el tema fueron intensas y prolongadas.

ἀπόκρυφος [apókruphos] aparece 3 veces en el Nuevo Testamento:


(1) Marcos 4:22

Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz.

(2) Lucas 8:17
Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz.

(3) Colosenses 2:3
En quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.

 

² La evidencia de la Septuaginta (LXX) que incluye los libros apócrifos es muy tardía, porque la mayoría de los manuscritos griegos que incluyen los libros apócrifos del AT se remontan a los siglos IV o V de nuestra era. Por eso, no proporcionan una perspectiva fiable del canon de la Septuaginta (LXX) durante la época de la iglesia primitiva (apostólica).

³ Literalmente, “de segunda inspiración”, o “de inspiración posterior”.

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Libros apócrifos:

Primero de Esdras
Tobías
Judit
Añadiduras a Ester
Sabiduría
Eclesiástico
Baruc
Epístola de Jeremías
Añadiduras a Daniel
Oración de Manasés
Primero de los Macabeos
Segundo de los Macabeos

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