Diferencias lingüísticas
Con todo, hay señaladas diferencias entre la prosa y la poesía del Antiguo Testamento. A esta última pertenecen no sólo los Salmos y Job sino también muchas partes de los libros proféticos, como Isaías. La poesía hebrea difiere de la prosa por su uso de un vocabulario poético y de paralelismos. Los lectores de la versión Reina -Valera -antes de la revisión del 60- no siempre advertían ese paralelismo puesto que esa versión estaba impresa como si toda la Biblia hubiera estado escrita en prosa. Pero si uno abre una traducción moderna, como la Biblia de Jerusalén, inmediatamente advierte el paralelismo, porque las secciones poéticas del Antiguo Testamento están impresas como poesía. Esto se puede apreciar en el siguiente ejemplo tomado de los Salmos:
“Escucha mi ley, oh pueblo mío,
tiende tu oído a las palabras de mi boca;
voy a abrir mi boca en parábolas,
a evocar los misterios del pasado.
Lo que hemos oído y que sabemos,
lo que nuestros padres nos contaron,
no se lo callaremos a sus hijos,
a la futura generación lo contaremos.
Las laudes de Yahvéh y su poderío,
las maravillas que hizo” (Salmo 78:1-4, BJ).
Los libros poéticos abundan en sinónimos, los que casi constituyen un vocabulario poético especial del hebreo antiguo. Job 4:10,11 puede servir como una ilustración de esto. En estos dos versículos se encuentran cinco términos diferentes para “león”, que por falta de un equivalente mejor se han traducido en la VVR con términos tan prosaicos como “león”, “rugiente”, “leoncillos”, “león viejo” y “leona”. Se puede entender fácilmente que la riqueza de expresiones en los libros poéticos del Antiguo Testamento haya sido con frecuencia un motivo de desesperación para el novicio en hebreo.
Puesto que el hebreo antiguo ha sido una lengua muerta por muchos siglos, pocas personas lo aprenden como para que puedan usarlo tan fluidamente como un idioma moderno. Sin embargo, los que se empeñan en dominar completamente el hebreo antiguo, descubren en él inesperadas bellezas. El idioma hebreo, debido a su fuerza, a su intensidad de expresión y a su belleza, es un medio incomparable como vehículo de la poesía religiosa.
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