Oración de Manasés

Los Apócrifos

Oración de Manasés

De acuerdo con el registro bíblico, Manasés fue el rey más malvado de Judá (2 Reyes 21:1-18; 2 Crónicas 33:1-20). Sin embargo, cuando uno de los monarcas asirios (tal vez Esar-hadón o Asurbanipal) lo lleva cautivo a Babilonia, reacciona y ora a “Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres” (2 Crónicas 33:12).

Esta plegaria, que lo conduce a su restauración a Judá y a su trono, es registrada “en las actas de los reyes de Israel” (vers. 18). La Oración de Manasés apócrifa pretende ser esa súplica recuperada. Sus 15 versículos trasuntan un espíritu de sincera penitencia y profundo sentimiento religioso, aunque realmente no es la oración auténtica del rey de Judá.

Esta corta obra no está entre los libros aceptados por la Iglesia Católica en el Concilio de Trento, y en las ediciones autorizadas de la Vulgata Latina se la coloca como un apéndice de los apócrifos. Originalmente la incluían tanto la Biblia alemana de Lutero como la KJV. Fue incluida en la Biblia del Oso¹ de 1569 y en la Geneva Bible de 1599.

Esta obrita parece ser un salmo penitencial escrito quizá en el siglo I a. C.

 

El principio de la Oración de Manasés, encontrada en la Biblia del Oso¹ de 1569.

¹ La Reina-Valera, también llamada Biblia de Casiodoro de Reina o Biblia del Oso, es una de las primeras traducciones de la Biblia al castellano. La obra fue hecha a partir de la traducción de los textos originales en hebreo y griego y fue publicada en Basilea, Suiza, el 28 de septiembre de 1569. Su traductor fue Casiodoro de Reina, religioso español convertido al protestantismo. Recibe el sobrenombre de Reina-Valera por haber hecho Cipriano de Valera la primera revisión de ella en 1602.

Prayer of Manasseh – New Revised Standard Version (NRSV)

Oración de Manasés – (NRSV)

1. Oh Señor Todo poderoso,
Dios de nuestros antepasados,
de Abraham y de Isaac y de Jacob
y de sus justos descendientes;

2 . tu que hiciste el cielo y la tierra
con todo su orden;

3. quién encadenaste el mar por tu palabra de comando,
que confinó lo profundo y que sellaste con tu terrible y glorioso nombre;

4 en quién todas las cosas se estremecen,
y tiemblan ante tu poder,

5 porque tu esplendor glorioso no se puede aguantar,
y la cólera de tu amenaza para los pecadores es incalculable;

6 sin embargo, inmensurable e inalcanzable
es tu misericordia prometida,

7 Tu eres el Señor Altísimo,
de gran compasión, continuo cuidado, y muy misericordioso,
y tu te aplacas ante el sufrimiento humano.
O Señor, de acuerdo a tu gran bondad
Tu has prometido arrepentimiento y perdón
a los que han pecado contra Ti,
y en la multitud de tus misericordias
tu has designado el arrepentimiento para los pecadores,
para que puedan ser salvados.

8 por lo tanto tu, O Señor, Dios de los justos,
no has designado el arrepentimiento para el justo,
porque Abraham, Isaac y Jacob, no pecaron contra ti,
pero tu has designado el arrepentimiento para mí, que soy un pecador.

9 Porque los pecados que he cometido son más en número que la arena del mar;
mis transgresiones son multiplicadas, O Señor, son multiplicadas!
No soy digno mirar para arriba y ver la inmensidad del cielo
debido a la multitud de mis iniquidades.

10 Me siento pesado, como atado con muchas cadenas de hierro,
y por eso soy rechazado debido a mis pecados,
y no tengo ningún alivio;
porque he provocado tu cólera
y he hecho lo que es malvado en tu vista,
creando abominaciones y multiplicando ofensas.

11 y ahora doblo la rodilla de mi corazón,
implorándote tu amabilidad.

12 He pecado Señor, he pecado,
y reconozco mis transgresiones.

13 Honestamente te imploro,
perdóname, O Señor, perdóname!
No me destruyas con mis transgresiones!
No estés enojado conmigo para siempre, o guardes maldad para mi;
no me condenes a las profundidades de la tierra.
Porque Tu, O Señor, eres el Dios de los que se arrepienten.

14 y en mí tu manifestarás tu bondad;
porque, indigno aun como yo soy, tu me salvarás de acuerdo a tu gran misericordia,

15 y yo te alabare continuamente todos los días de mi vida.
Porque toda la multitud del cielo canta tu alabanza,
y tuya es la gloria para siempre. Amen.

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Apócrifos – Introducción
Primero de Esdras
Tobías
Judit
Añadiduras a Ester
Sabiduría
Eclesiástico
Baruc
Epístola de Jeremías
Añadiduras a Daniel
Oración de Manasés
Primero de los Macabeos
Segundo de los Macabeos

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